Golpe de Dios o beso del diablo

Ciudad de México /

En política, consejo en boca enemiga es veneno. Si tu adversario es taimado y sagaz, averigua lo que quiere que hagas y haz lo contrario. Sí, ya sé que en ocasiones tu oponente puede fintar, que no sabes si lo que te ofrece es o no una manzana envenenada, pero no es tan difícil descifrarlo. Si monta un coro de interpósitas personas para preconizar cierta decisión táctica en tu ámbito de acción, o si su ofrenda incluye el reclutamiento, toma la dirección opuesta. En este sentido, una señalética para inducirte a dirigirte hacia el sur debe leerse como un mensaje para ir al norte.

El presidente López Obrador suele practicar el truco por sí mismo, sin ambages. Aconseja directamente a sus contrincantes hacer lo que le conviene a él que hagan, y solo en ocasiones recurre a otros voceros para transmitir el consejo. Su reticencia a utilizar intermediarios lo hace bastante predecible: cuando criticaba que los opositores se aliaran y decía “háganlo, quítense las máscaras” era porque no lo quería, porque sabía que le sería más fácil derrotar a una oposición dividida. Su objetivo podría frasearse como “júntense un rato, hagan creíble mi retórica maniquea, ma non troppo”. De ahí su intento, que aún persiste, de romper el Frente Amplio por México mediante presiones al PRI, y su deseo explícito de que MC se mantenga al margen de una alianza en su contra.

AMLO posee un proverbial instinto electoral y cuenta con más y mejor información que el resto de los mexicanos. Tiene acceso a encuestas propias y ajenas, a un buen tracking que le permite ver la película y no solo las fotos demoscópicas y a mil cosas que “recibe de la gente” (léase lo que se quiera leer, con o sin la palabra espionaje). Pero también es un hombre de actos reflejos. Si encabeza una ofensiva brutal contra Xóchitl Gálvez, si no tiene empacho en arremeter contra ella con el mismo juego sucio que hace 18 años años le hicieron a él (ya la persigue penalmente y está a un tris de llamarla un peligro para México y hasta de desaforarla), es porque su pulsión informada le indica que su candidatura tiene un enorme potencial en la elección presidencial y su instinto de conservación del poder lo mueve a descarrilarla. No hay mejor indicio de la competitividad de Xóchitl que la declaración de AMLO de que es un “globo desinflado” y el inusual nado sincronizado en redes para aconsejar al FAM la postulación de Beatriz.

Los opositores no deberían echar al saco anecdótico, a la hora de los diagnósticos y las prescripciones, lo que dice y hace AMLO. Sus datos (los que revela tácita y temperamentalmente, no los “otros”), así como sus invectivas y encomios, son una valiosa fuente de información gratuita. Él dice que su pecho no es bodega pero en realidad es una escopeta que no ahorra municiones. En tratándose de rivales puede más su impulsividad que su cálculo: agrede cuando el agredido le ha hecho mella y elogia cuando el elogiado le es útil. De cara a la conflagración electoral que se viene la oposición haría bien en no desdeñar ese insumo, previo cedazo de discernimiento y posterior análisis, en sus cuartos de guerra. Y es que en el ámbito de la contienda política, en la arena de las mañaneras, su ataque es a menudo el golpe de Dios y su defensa es, casi siempre, el beso del diablo.


  • Agustín Basave
  • Mexicano regio. Escritor, politólogo. Profesor de la @UDEM. Fanático del futbol (@Rayados) y del box (émulos de JC Chávez). / Escribe todos los lunes su columna El cajón del filoneísmo.
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