Comparecer sin estridencias

Hidalgo /

Las comparecencias suelen ser, para bien o para mal, ejercicios previsibles: una mezcla de formalidad legislativa, listas de logros y un vaivén de preguntas. Sin embargo, el inicio de estos ejercicios ha representado un ejercicio que deja ver la lógica interna con la que el Gobierno de Julio Menchaca entiende el poder: cercanía como método, territorio como oficina y diálogo como moneda de gobernabilidad. Más allá de simpatías o colores, hubo señales que valen la pena leer con cuidado.

Para empezar, el secretario de Gobierno, Guillermo Olivares Reyna, volvió a subrayar —como lo ha hecho en distintas ocasiones— que ya no se opera desde el escritorio, sino desde donde ocurren los hechos. El mensaje insistió en ese tránsito: de la gestión a la presencia, de la oficina al territorio, de la autoridad distante al funcionario que escucha. La consigna, ha sido recorrer los 84 municipios, atender audiencias, mesas de acercamiento, destrabar trámites, coordinación jurídica y enfrentar los problemas donde ocurren.

Otro rasgo distintivo fue su énfasis en combatir “vicios arraigados” y prácticas que llevan décadas incrustadas en la administración pública. Lo mencionó con firmeza: hay servidores que aún no entienden que la instrucción es atender con calidad, y por ello se han aplicado sanciones, amonestaciones y hasta destituciones.

La gobernabilidad —tema inevitable— ocupó buena parte del intercambio. El secretario señaló que la estabilidad del estado no se sostiene por inercia, sino por una red de comunicación permanente con actores políticos, sociales y comunitarios. Lo que subyace en esa explicación es una convicción: mantener la paz pública requiere presencia y capacidad de negociación continua, desde municipios hasta colectivos. Su argumento es coherente: cuando hay interlocución real, los problemas no se desbordan.

Quizá el momento más interesante surgió cuando habló de la percepción ciudadana frente a problemas como conflictos comunitarios. El secretario apostó por explicar y contextualizar. Habló de la importancia de la comunicación familiar y del trabajo coordinado para incrementar la capacidad de respuesta.

La narrativa del secretario de Gobierno dejó ver algo que no siempre se aprecia en estos espacios: un estilo político que se reconoce en el territorio, en la narrativa y en la manera de encarar los temas difíciles sin rodeos innecesarios. No es algo menor. En tiempos donde la política suele vivir en las redes sociales y no en las calles, la insistencia de un gobierno cercano, justo y honesto, puede sonar a lema, pero en la voz del secretario fue más bien una brújula.

Al final, la comparecencia dejó una sensación particular: un repaso de lo hecho, una defensa de la estrategia territorial y una respuesta sobre los cimientos de la gobernabilidad actual. Y ahí radica la verdadera lectura de su intervención: más que defender un informe, presentó una forma de hacer gobierno. Una que, apuesta por la proximidad, por la confrontación de los problemas sin maquillajes y por la convicción de que la gobernabilidad se sostiene más con presencia que con discursos.


  • Alan Austria Anaya
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