Este artículo tiene un título vagamente esotérico con toda la intención de resultar llamativo, aunque luego quien lo lea descubra que no tiene nada que ver con magia, religión ni nada parecido. Este uno de los usos posibles, aunque no el único, de los títulos: si renuncia a ser una orientación clara de lectura, puede ofrecer una pista falsa que, empezado el texto, se reinterprete de manera irónica (y entonces guíe a su lector por rutas inesperadas para entender e interpretar lo que lee).
Detalles como lo anterior son los que se aprenden en los cursos y talleres de lo que hoy se llama escritura creativa. Este término, como tantos del español mexicano, traduce literalmente otro del inglés: creative writing, y sustituye a creación literaria, que estuvo en uso durante buena parte del siglo XX. En el fondo estamos siempre hablando de lo mismo: de las técnicas y prácticas de quien escribe con la intención de comunicar y en general de publicar. Es una disciplina mal conocida en ocasiones, igual que la profesión misma de la escritura.
Pero una de las grandes sorpresas que se encuentra uno en la FIL y otros espacios similares es que la escritura creativa es también un tema que sigue interesando, y que llama la atención, sobre todo, a una buena cantidad de gente joven. En muchos eventos se escucha la pregunta más general y frecuente (“¿Qué consejo le daría a una persona interesada en escribir?”), y a otros, los que más directamente tienen que ver con el tema, llegan personas muy ávidas de saber información puntual para corregir textos, enriquecer su estilo y resolver toda clase de problemas prácticos. Estas son personas que tal vez no escriban como lo hicieron sus padres: que pueden hacer minicuentos en Twitter o publicar novelas por entregas en Wattpad, que pueden subir sus textos a Amazon para venderlos directamente, que pueden no tener ganas de abrirse paso en revistas o editoriales convencionales…, ni tampoco mucha conciencia de ellas. Y, con todo, han descubierto su deseo de escribir y han decidido aprender a cumplírselo, del mismo modo en que lo hicieron sus precursores más antiguos.
Esto habla de que la aspiración de emplear el lenguaje es antigua y presente a la vez: sigue entre nosotros incluso si no conocemos nada de la historia de quienes escribieron en otras épocas. Constatarlo es una de las mayores satisfacciones que he tenido en cada entrega de la FIL: de ninguna me he ido sin escuchar al menos una vez una duda de alguien que preparaba un cuento, una novela, un poema o un ensayo.
Para buscar en la FIL
Hay una cantidad enorme de manuales de escritura creativa que se pueden encontrar en esta Feria, y aunque los verdaderamente buenos no son muchos, raro será el que no ofrezca al menos un consejo sensato o un ejercicio interesante. Por otro lado, no sólo de los manuales se aprende. Entre otros libros que hablan de la escritura de refilón, de rebote, desde ángulos interesantes y reveladores, están aquí 'Pálido fuego' de Vladimir Nabokov (Anagrama), Un montón de escritura para nada de Sara Uribe (Dharma Books), 'Vida de Samuel Johnson' de James Boswell (Acantilado) o 'Mujer que sabe latín' de Rosario Castellanos (FCE).
Si los encuentran, me avisan.
ÁSS