El ambiente electoral en Puebla se ha enrarecido.
Lo que ocurrió el fin de semana en el fraccionamiento donde vive el candidato panista a la gubernatura, Eduardo Rivera, abre muchas interrogantes.
De manera personal y desde estas líneas, condeno enérgicamente lo que ocurrió y debemos estar atentos a que la autoridad aclare los hechos, tomando en cuenta que se tienen dos personas detenidas de origen colombiano. Conozco a Lalo y me alegro de que estén bien, él y su familia.
Sin embargo, en las últimas dos semanas parece que la estrategia del bloque conformado por el PAN, PRI, PRD y PSI es la de la victimización, comenzando por la supuesta amenaza a Mario Riestra al sur de la ciudad de Puebla; la supuesta presencia de Eukid Castañón como operador político de Morena (tema que al inicio de esta semana una vez más se retomó); y ahora este incidente donde sujetos irrumpen en la seguridad del fraccionamiento donde vive Rivera Pérez... se equivocan de casa... agreden a unas mujeres vecinas del ex alcalde... y dejan un mensaje siciliano, sin tomar en cuenta que el candidato donde menos está en este momento es en su casa, porque viaja todos los días al interior del estado como parte de sus actividades de campaña.
Digamos que aquellos fueron unos delincuentes primerizos o muy chafas o muy improvisados.
Vale la pena destacar que el lugar donde ocurrió este hecho es en Zavaleta, donde en las últimas semanas han ocurrido una serie de delitos graves, como el asesinato de tres personas en dos hechos distintos.
Lejos de asumir con responsabilidad el tema de la violencia político-electoral que está desbordada en todo el país, el problema surge cuando se quiere lucrar de forma electorera, ya que antes como ahora buscan endosar la culpa a la Federación y al estado (tampoco es que metamos las manos por ellos, menos por la Federación) y buscan eximir de su responsabilidad al municipio, que en este caso gobernó Rivera por dos años y que actualmente lo encabeza una persona de su propio partido.
En estos momentos de turbulencia, bien valdría la pena que se calmaran los ánimos, se tomaran un tecito con dos pizcas de sensatez y otras dos de prudencia para recuperar la esencia misma de una campaña, que es la propuesta para que el electorado decida sobre las ideas y no sobre la victimización.