El alcalde Eduardo Rivera Pérez confirmó anoche lo que había anunciado desde su segundo informe: que va a participar en el proceso electoral del próximo año representando al Frente Amplio por Puebla para competir y sustituir a Sergio Salomón Céspedes en diciembre del 2024.
Peleará antes contra Alejandro Armenta, quien mantiene una ventaja en las mediciones, pero se trata de un margen que podría cerrarse al término de la campaña, en la última semana de mayo.
Rivera dejó en claro que le quedan muy pocos días al frente de la administración municipal y que tanto el PAN, el PRI y el PRD están a pocos días de publicar sus respectivas convocatorias, a las cuales se inscribirá.
Aunque por un momento se pensó que su renuncia sería hasta enero, los tiempos políticos acelerarán el proceso para antes del inicio de las posadas. Lo anterior mete en un predicamento el futuro del municipio, ya que ahora no hay certidumbre sobre quién se quedará en su lugar.
Desde que construyó el proyecto a la alcaldía capitalina en 2021, Eduardo Rivera pensó en Adán Domínguez como su sucesor natural: lo eligió, lo preparó, incluso le creó una oficina denominada Gerencia de la Ciudad para empaparse de la estructura y juntos tomar decisiones.
Sin embargo, no calculó que entre las tareas de Domínguez estaba hacer el trabajo sucio, es decir, evitarle confrontaciones con el gabinete y actores externos, lo que le ganó (a Adán) enemistades que hoy lo alejan de asumir las riendas del municipio, a pesar que por ley es el suplente dentro de la planilla.
Sin embargo, hay que tomar una decisión rápida y bien calculada, ya que una vez que el presidente municipal renuncie al cargo, el todavía Gerente deberá rechazar la propuesta y el Cabildo proponer nombres, evaluarlos y decidirse por uno.
Esto representa una primera negociación para que la oposición acepte e incluso también los regidores del mismo bloque que llevaron a Rivera Pérez al triunfo hace dos años, ya que el PRI está considerando exigir que esa posición quede en sus manos.
Una vez superado ese requisito, viene la aprobación del Congreso del estado, que podría tomar el tema con tintes políticos y poner contra las cuerdas al Cabildo, solo por “hacerle la maldad” a Lalo; algo así como lo que ocurrió el fin de semana en Nuevo León, alias "Novelón".