Despertaste pensando en que Gabriel Boric, el candidato del Frente Amplio, ganaría la primera vuelta de las elecciones presidenciales en tu país, Chile. Incluso, cuando fuiste a Polanco para votar en un salón del hotel Presidente, la información que llegaba sobre los votos emitidos en el extranjero hablaba de que Boric arrasaría. Pero cuando empezó el conteo, a las tres de la tarde, hora de México, no podías creer que tus compatriotas habían votado por el fascismo y por la misoginia, encarnado en José Antonio Kast, dueño del Partido Republicano. Ni tampoco creías que le hubieran dado el tercer lugar a Franco Parisi, un estafador que vive en Alabama, Estados Unidos, porque tiene una orden de arraigo por no pagar la pensión de sus hijos.
“Si los otros candidatos se alían con Kast en la segunda vuelta, el fascismo gobernará Chile los próximos cuatro años”, le dices al reportero. “Hoy me ha quedado claro que el pinochetismo y el neoliberalismo están más arraigados de lo que pensábamos en Chile. Kast es nuestro Bolsonaro, es nuestro Trump. Está en contra del aborto, de la gratuidad universitaria, de la identidad de género, ha prometido expulsar a los migrantes, eliminar el Ministerio de la mujer; se ha comprometido a eliminar la violencia en las comunas con más violencia. Ese fue el macho que ganó”.
Le cuentas al reportero que tus amigas están en shock. “Igual que yo, les preocupa que la extrema derecha tome el poder. Pensábamos que estas elecciones serían la coronación del estallido social de 2019, pero hay que reconocerlo: en Chile hay más fascistas de lo que creíamos”.
—¿Kast sería lo peor que puede pasarle al feminismo?
—Por supuesto. Él es la extrema derecha. Está en nuestra contra. Kast piensa darnos subsidios a las mujeres, siempre y cuando estemos casadas.
—¿A qué asocias este sorpresivo resultado?
—Los medios inflaron mucho a Kast, pero no sé si eso haya sido suficiente para que en las comunas más violentas votaran por él. Quizá le funcionó su discurso de la seguridad. Lo que ninguna de mis amigas entiende es por qué Parisi, que ni siquiera vive en Chile, arrasó en el norte del país. ¿Solo porque la gente está desencantada de la política y votó por un independiente? No creo.
En el chat, mientras tanto, una de tus amigas te dice que su familia no entiende lo que significa que Kast gane. “No solo es la instalación del fascismo, sino la derrota del estallido social”. Un estallido que empezó el 18 de octubre de 2019, cuando los jóvenes se saltaron los torniquetes del metro. Un estallido que, después de varias personas muertas, heridas y arrestadas, consiguió la Convención Constitucional para crear una nueva. Un estallido que este domingo 21 de noviembre no ha podido sacudirse a la extrema derecha.
“Democracia o fascismo, eso será lo que se elegirá el próximo 19 de diciembre”, le dices al reportero, mientras en las noticias estiman que la diferencia entre Kast y Boric será de unos cien mil votos, unos tres puntos porcentuales. “Somos un país tan polarizado que a la segunda vuelta van la extrema derecha y la izquierda”.
Para ti y tus amigas feministas, el 25 por ciento que consiguió Boric significa que tendrá que hacer alianzas con el Demócrata Cristiano y recorrer el país. “Si la izquierda no se moviliza, lo más oscuro de Chile regresará”.