Por lo que me cuentan un par de fuentes morenistas, tanto la hoy presidenta electa Claudia Sheinbaum como el presidente López Obrador se replantearon la candidatura a la jefatura capitalina después del mitin de la Arena México, celebrado el 10 de noviembre de 2023, previo al arranque de las precampañas. “Esa vez las bases se rebelaron contra Harfuch”, me dice una. “Empezaron a gritar: ‘¡Utopías!’, ‘¡utopías!’, ¿te acuerdas?”.
Lo recuerdo: el evento se llamaba, paradójicamente, ‘Acuerdo de Unidad’ y era la reivindicación de los liderazgos de Morena que, días antes, no habían llenado el Estadio Azul y habían orillado a que Sheinbaum cancelara su asistencia. “Sin las protestas de las bases aquel día, y sin el sucesivo reclamo de varios sectores de la izquierda, quizá hoy estaríamos pensando en qué momento Harfuch iba a traicionar al partido”.
—¿Y eso?
—Hubo compañeros que nos preguntábamos si Omar, al igual que Miguel Mancera, iba a chaquetear una vez llegando al gobierno porque él también tiene su grupo: Salinas Pliego, además de políticos y militares cercanos a su familia paterna —me responde una de las fuentes y yo recuerdo al general Marcelino García Barragán, el abuelo de Harfuch, el que dio la orden de asesinar a los estudiantes el 2 de octubre de 1968; y a Javier García Paniagua, el padre, el típico priista que llegó a dirigir la desaparecida fábrica del crimen llamada Dirección Federal de Seguridad.
“También estuvieron los compañeros que pusieron sobre la mesa que Harfuch, sólo por congruencia ideológica, no podía ser el candidato a la jefatura”, me dice otra fuente. “Pero nada hacía que Claudia o que Andrés Manuel pensaran diferente. Entonces vino la rebelión de las bases y ahora Clara rompió muchos mitos”.
El primer mito: que Clara y Sheinbaum estaban peleadas. “¿A quién le convenía que ganara Morena en la ciudad? ¡Pues a Claudia! No iba a darse un tiro en el pie con Taboada”, me dicen. “Claudia leyó bien el reclamo y apoyó a Clara mandándole a la campaña a Alejandro Encinas, y a Harfuch y a Ernestina Godoy para arroparla”.
—¿Marcelo Ebrard pidió algo a cambio de ayudar a Clara? —pregunto.
—Nada. No regateó nada. Puso todo en la campaña. Además, le fue muy bien en Álvaro Obregón a su cuadro Javier López Casarín.
Las fuentes me regresan a Sheinbaum y a Brugada para recordarme que, en Morelos, también llega al poder Margarita González Sarabia, y hablarme de “la perspectiva metropolitana” con la que gobernarán apenas tomen protesta, y que se trata de una suerte de coordinación entre Ciudad de México, Edomex, Morelos, Puebla e Hidalgo que solucione los problemas de agua, transporte, seguridad, etcétera. “Nunca se había podido porque en el Edomex pensaban que la ciudad quería apropiarse de los municipios conurbados”.
El segundo mito: Clara no atraía a los votantes de clase media. “Y tan los atrajo que recuperamos lo que perdimos en las elecciones de 2021”, me dicen y ejemplifican con un distrito en Coyoacán, donde la candidata a diputada federal por Morena recuperó el distrito que había ganado Gabriel Quadri hace tres años.
Este mito de la clase rompe otra leyenda: que la zona Oriente de la ciudad vota por Morena y que el Poniente la rechaza. “Hay ricos y pobres en ambos lados de la ciudad”, me dicen. “La gráfica elaborada por El País con los votos por situación laboral en la elección presidencial, donde se observa cómo todas las clases sociales votaron por Claudia, te dice una sola cosa: la polarización sólo está en el círculo rojo y en las redes”.
Otro mito: que la elección sería muy cerrada. “Ni la propia Clara creyó eso. Fue una idea que salió de un sector de Morena, dolido porque no había quedado Harfuch. Ese grupo estuvo intrigando”, me dicen. “Cada que decían que se iba a perder la ciudad, les decíamos: ¿qué tan mal nos puede ir si tenemos al mejor presidente, si se ha gobernado muy bien la ciudad y si Iztapalapa pasó de ser un patito a un pavorreal”.
Tan confiados estaban estas dos fuentes morenistas que el 2 de junio, a las dos de la tarde, supieron que habían ganado la jefatura de gobierno y que sólo tenían que esperar el resultado de alcaldías y del Congreso local, que también pintaba para arrasar. “Nos pasaron un conteo de salida con la ventaja de entre 10 y 15 puntos. Nos fuimos en paz a comer: en cuatro horas era imposible que revirtieran el resultado”.
Cuando les pregunto de qué tamaño es la hazaña de Brugada, una de las fuentes me dice: “Andrés Manuel y Marcelo ganaron la jefatura por tres puntos; si el PRI y el PAN hubieran ido juntos, otra historia sería. Clara les ganó a tres partidos por 12 puntos. De ese tamaño es”.
Alejandro Almazán