El programa de periodismo de investigación más prestigiado de Estados Unidos decidió no transmitir un segmento sobre el Centro de Confinamiento para el Terrorismo (Cecot). Se hicieron promocionales y, según los periodistas que hicieron la investigación, había pasado por todos los filtros legales y editoriales para salir al aire.
La reportera Sharyn Alfonsi, que entrevistó a reclusos que denunciaban abusos sufridos dentro del penal, escribió a su equipo que se trató de una decisión política, basada en la negativa de la Casa Blanca de comentar sobre lo documentado.
Mientras se aclara, vale la pena revisar lo que ocurrió en el último año con el Cecot, la cárcel de máxima seguridad del presidente salvadoreño Nayib Bukele.
La prisión diseñada para albergar a los pandilleros más peligrosos de El Salvador, sentenciados por los crímenes más atroces, se transformó por unos meses en la cárcel migratoria de Trump.
Antes de que eso ocurriera visité el Cecot. Su director me aseguró que nada de lo que vimos era distinto al día a día de quienes estaban ahí privados de su libertad.
Vi las acciones tortuosas a las que los someten, como dormir con la luz prendida, bañarse e ir al baño frente a decenas de compañeros de celda y comer con las manos. Resultaba bastante denigrante, pero sin exceso de la fuerza, y supuestamente ninguno había estado en las celdas de castigo.
Dudé si todo era una escenificación para la televisión porque, como incluí en el reportaje, defensores de derechos humanos y expertos en seguridad me aseguraron que el Cecot tenía muchas interrogantes.
Poco después, el gobierno de Trump ofreció al de Bukele millones de dólares para enviarle más “pandilleros”, pero lo que envió fueron migrantes sin evidencia de pertenecer a organizaciones criminales. Algunos salieron y han denunciado el maltrato y los abusos que vivieron en el Cecot.
Como el salvadoreño Kilmar Ábrego García. Hace unos días, la televisora PBS publicó el testimonio de tres migrantes venezolanos, que terminaron en el Cecot acusados de ser parte del Tren de Aragua. Fueron golpeados, encerrados en la celda de castigo y más.
Hasta ahora ninguna autoridad, estadunidense ni salvadoreña, ha ofrecido disculpas a los migrantes enviados por “error”.
Lo de 60 minutes alarma porque parece que algo de esto se quiere ocultar. ¿Qué frenó el reportaje que ni El Salvador ni Estados Unidos quieren que se sepa?