Mientras la negación sobre el fentanilo domina el discurso presidencial y el canciller fue enviado a Washington para que los cónsules emprendan una campaña contra los republicanos que piden la intervención militar de Estados Unidos en México, el país del norte envía a funcionarios de alto nivel a revisar la estrategia conjunta contra el tráfico de fentanilo. La semana pasada vino la representante de la Casa Blanca en la materia y antes de que acabe el mes lo hará uno del Departamento de Estado.
México empezó mal su defensa ante las voces estadunidenses que suplican la intervención de sus fuerzas militares para combatir a los cárteles de la droga que “inundan sus ciudades de fentanilo”.
Negar el problema, insistir que en México no se produce ni se consume fentanilo o suponer que solo es un país de tránsito utilizado por los traficantes que desde Asia lo traen al continente americano, no puede ser la solución.
En México sí se produce y se consume el fentanilo. Lo cual tampoco merece que Estados Unidos envíe a sus tropas a combatir a los que lo trafican y venden, sino que debería incentivar en ese país el control de armas que usan los traficantes en México y desincentivar a los consumidores que demandan esa droga.
México, por su parte, debe continuar con los aseguramientos de laboratorios que ha hecho y anunciado como grandes logros que, dicho por las propias autoridades mexicanas, eran utilizados para producir fentanilo con los precursores químicos, que efectivamente llegan desde Asia.
El consumo también ha sido documentado en México. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), “los traficantes de drogas pueden estar añadiendo fentanilo a sus productos (como la heroína) para incrementar su potencia y vendiendo fentanilo como comprimidos falsificados, creados para que parezcan medicamentos sujetos a receta”, lo que confirma lo que en MILENIO le presentamos en 2022: consumidores de otras drogas mezcladas con fentanilo ya son adictos a la peligrosa sustancia.
En México sí se produce y también se consume fentanilo, aunque en definitiva no tenemos el mismo problema de salud pública que Estados Unidos donde 100 mil personas mueren al año por consumir opioides, la mayoría sintéticos, como el fentanilo.
Esa es la preocupación de quienes exigen que en México se frene la producción y tráfico de esta sustancia. Pero aquí decimos que ni se hace ni se consume.