La Iglesia Católica perdió a su líder. El papa Francisco murió este lunes reconocido como el más liberal en la historia. Con un pensamiento de apertura, de respeto al otro, al que piensa distinto. ¿Respetará su sucesor los avances logrados?
El último discurso de Francisco, leído por monseñor Diego Raveli, al celebrar el domingo de resurrección, es muestra de su vocación por lograr la unidad de la humanidad en lugar de la cerrazón que la Iglesia tuvo por años. Un fragmento del mismo es clave:
"En este día, quisiera que volviéramos a esperar y a confiar en los demás —incluso en quien no nos es cercano o proviene de tierras lejanas, con costumbres, estilos de vida, ideas y hábitos diferentes de los que a nosotros nos resultan más familiares—; pues todos somos hijos de Dios".
Esta visión, reflejada en las últimas palabras del papa debe prevalecer para que la Iglesia se siga actualizando. De lo contrario perderá lo poco de avance que el papado de Francisco le trajo.
Su sello tiene detrás a la Compañía de Jesús. Los jesuitas han destacado entre los progresistas de la Iglesia por la aceptación de la homosexualidad y la defensa, sin condiciones, de los derechos humanos y las libertades.
Estudié en la Universidad Iberoamericana, una universidad jesuita, donde la religión nunca fue una obligación. Los valores que ahí se inculcan nunca están subordinados a la fe, ni a la religión que se profese. Sino al ser humano como un igual. Una visión del mundo mucho más progresista, de apertura y aceptación, que promueve la protección de los Derechos Humanos.
El primer papa jesuita deja un legado importante en la Iglesia Católica que se ha visto opacada por falta de transparencia, señalamientos de enriquecimiento a costa de sus fieles y cómplice, al ocultar y ser omisa, de múltiples casos de pederastia, incluido el que tuvo lugar en México por los actos infames de Marcial Maciel.
El sello de Francisco debe permear en todo aquel que aspire a encabezar Iglesia Católica. Los nombramientos de cardenales que hizo podrían estar encaminados a la continuidad de su doctrina, pero el ala más conservadora aún tiene a sus representantes bien colocados y con posibilidades de sucederlo en el cargo.