Los procesos anticipados para definir candidatos presidenciales en Morena y el Frente Amplio por México vuelven a despertar interés a dos semanas de que se definan los ganadores.
En el Frente Amplio por México creyeron que el proceso interno sería como un día de campo para que triunfara Xóchitl Gálvez, pero el factor sorpresa, popularidad e ingenio con que arrancó se han ido disolviendo. El terreno se le complicó al PAN para la recta final cuando entre los tres finalistas tuvieron dos apuestas propias, mientras el PRI podía destinar toda su estructura a una sola aspirante.
El PAN se topó con Paredes, obligando a Santiago Creel a declinar a favor de Gálvez, pues la priista es un verdadero animal político. Mueve estructura y cuenta con experiencia, por no decir colmillo, para descolocar a cualquiera, incluida su “colega”, como le llama a quien en realidad es su adversaria por la candidatura presidencial: Xóchitl Gálvez, a quien ha dicho que veía muy bien buscando la Jefatura de Gobierno de CdMx, que no pretendía alcanzarla pues iba arriba en las encuestas, que también es indígena y que se viste como ella. Ha echado indirectas como el llamado a no caer en los liderazgos carismáticos que le han hecho mucho daño a México o que lo primero que se necesita para combatir la corrupción es tener las manos limpias.
En el PRI tampoco estaban preparados para este escenario, pero lo aprovecharán. Imaginaron que a la final llegarían dos: Beatriz Paredes y Enrique de la Madrid, quienes los representarían en todo proceso y negociación hasta la elección de junio de 2024. Ahora con su única finalista se juegan todo. El objetivo es seguirse colando en un eventual gobierno de coalición.
Ahora que la competencia es de dos y ante tanto raspón, cuando se defina la ganadora, ¿querrán trabajar juntas?.
Del lado de Morena, Marcelo Ebrard tira sus últimas cartas para intentar que el proceso de selección del candidato presidencial sea limpio ante el evidente apoyo a Claudia Sheinbaum desde los gobiernos capitalino y federal.
El resto de corcholatas, muy lejos de la competencia, meditan dónde se podrán colocar, como Adán Augusto López que ya ni se mete. Él ya se vio tomando las riendas del partido. Donde espera que su amigo, hermano y cómplice político, Andrés Manuel López Obrador, lo ponga a trabajar muy “augusto”.