Los 'Chapitos' en Chicago

Ciudad de México /

Chicago, Illinois. Será una semana clave para la campaña por la presidencia de Estados Unidos con los demócratas reunidos en la convención nacional del partido para nominar formalmente a Kamala Harris. Un evento político al que el mundo, incluido México, estará prestando atención.

Sin embargo, otro punto en esta misma ciudad es del interés de los mexicanos. Está en una celda al interior del Centro Correccional Metropolitano de Chicago. Su nombre es Joaquín Guzmán López, hijo de El Chapo, quien, de acuerdo con lo reportado ayer por mis compañeros Ángel Hernández y Luis Chaparro en estas mismas páginas, llegará a un acuerdo de colaboración con las autoridades estadunidenses y, junto a su hermano Ovidio, seguramente hará revelaciones importantes sobre el cártel de Sinaloa, sus líderes y las presuntas complicidades con autoridades mexicanas.

El centro de detención pasa desapercibido entre la mayoría de los habitantes de Chicago, hasta que se topan en redes sociales con historias de sus inquilinos. Así fue como Julio, un joven migrante venezolano, se enteró que ahí estuvo Ovidio (El Ratón) y ahora se encuentra Joaquín (El Güero).

El domingo que estuve ahí, Julio estaba contemplando el inmueble, veía su celular y escuchaba un narcocorrido. ¿Ahí está el hijo de El Chapo, verdad?, me preguntó admirado.

La fascinación entre los jóvenes hacia estos delincuentes resulta alarmante frente a la falta de oportunidades que tienen de salir adelante. Julio dejó Venezuela en busca de una vida mejor, pero la que tiene en Estados Unidos tampoco es la que quisiera.

Toma de nuevo el teléfono, inicia una videollamada y presume a sus amigos dónde se encontraba. “Estoy afuera de donde estuvo El Ratón, aquí con un reportero”. Se ríen y hasta le admiran.

El Ratón y El Güero, junto con otros de sus hermanos son, según el Departamento de Justicia de Estados Unidos, responsables de inundar las calles de este país de fentanilo, una de las drogas más letales que ha provocado una durísima crisis de salud, con más de 100 mil muertes por sobredosis cada año. Ahora negocian colaborar a cambio de penas reducidas o hasta la protección de por vida, dependiendo lo que aporten como testigos. Y así mantendrán la fascinación de jóvenes como Julio, que ni a los gobiernos de México, ni de Estados Unidos, y mucho menos al de Maduro en su país, les preocupará alejar de las drogas o del crimen. 


  • Alejandro Domínguez
  • alejandro.dominguez@milenio.com
  • Periodista por pasión. Dirijo y conduzco #AlexEnMilenio L-V #22hrs. Escribo la columna #RecuentoDeLosDaños cada martes. Profesor en la Universidad Iberoamericana
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