Si ninguno se echa para atrás, en dos semanas veremos frente a frente a Kamala Harris y Donald Trump en el primer debate como candidatos presidenciales de Estados Unidos. Dos políticos completamente diferentes, con historias de vida contrastantes, pero con posiciones de poder similares y, con la misma posibilidad, por lo parejas que están las encuestas, de convertirse en presidente o presidenta de su país.
Ambos han incluido en su agenda el combate al crimen organizado y la seguridad fronteriza. Temas relevantes en México, donde impactaría la política de uno o el otro. Si bien la postura de Trump es más agresiva e intervencionista al plantear el envío de tropas a luchar contra los cárteles de la droga e insistir en que presionará con la imposición de aranceles para que las fuerzas mexicanas detengan los flujos migratorios, Harris ha sido promotora de la colaboración, o presión estadunidense, para lograr la detención y extradición de capos de la droga a su país y ha logrado que México ayude en la contención de los migrantes desde Chiapas. En ningún caso lo que pidan al gobierno mexicano será un asunto sencillo.
México tiene de su lado mecanismos de presión, cuyo éxito deberá evaluarse dependiendo el ganador: insistir en limitar la importación del maíz amarillo, producido mayormente en estados republicanos y que no se aprovechó cuando Trump nos puso contra la pared y logró que 28 mil guardias nacionales fueran asignados a labores fronterizas; el discurso de combate al tráfico de armas, y el valor económico de los mexicanos en aquel país, sin importar el estatus migratorio.
Sin importar si es Harris o si es Trump, México debe hacerles las cuentas a los estadunidenses para que devuelvan un poco de lo que los mexicanos han hecho en ese país. Promover que se avance en una reforma que legalice la situación de quienes aportan en impuestos, pagan seguridad social y seguros médicos sin que puedan utilizarlos.
Eso mostrará fortaleza ante el nuevo gobierno estadunidense y será un gran gesto con la comunidad mexicana que cada mes envía millones de dólares en remesas, uno de los principales ingresos para México.
Entre tanta disputa interna, el próximo gobierno de México ha descuidado la estrategia frente al país vecino. No envió emisario alguno a sus convenciones (republicana ni demócrata) y tampoco ha trabajado en un acercamiento con ambas campañas. Prefiere discutir las opiniones de un embajador que al final de cuentas está por irse.