En Hidalgo hay de todo. Sí, de todo. Cultura, gastronomía, paisajes impresionantes y, por supuesto fenómenos inexplicables que han fascinado a propios y extraños desde hace tiempo. No miento, nuestra entidad es terreno fértil incluso para lo paranormal.
¿No me cree? Bueno, ahí le van algunos ejemplos:
En algunos pequeños poblados de la Sierra Otomí-Tepehua, los habitantes aseguran haber escuchado ruidos inexplicables provenientes de la tierra o las montañas; se trata de susurros y melodías que emergen de la noche y parecen no tener fuente alguna. Hay quien dice que se trata de un fenómeno sísmico o geofísico, pero la coincidencia de los relatos y su persistencia han llevado a muchos a especular que algo más podría estar ocurriendo en la región.
En Mineral del Chico hay un pequeño pozo en medio del bosque que, según los habitantes de la zona, tiene el poder de cumplir los deseos; de hecho así se le conoce el “pozo de los deseos”. Se dice que quienes han lanzado una moneda ahí han experimentado extraños sucesos después de su petición.
En la sierra, dicen, hay luces extrañas que aparecen en el cielo, moviéndose erráticamente y luego desaparecen; hay quienes las han descrito como orbes brillantes que desaparecen de repente y hay incluso leyendas que las vinculan con antiguos espíritus.
Y hablando de, hay que trasladarnos al Valle del Mezquital, donde hay quienes aseguran que los espíritus de antiguos guerreros otomíes y tepehuas aún merodean por los caminos rurales, especialmente en la madrugada; incluso hay reportes de personas que hablan de sensaciones extrañas, como si estuvieran siendo observados o acompañados por presencias invisibles.
Los famosos manantiales y las grutas de Tolantongo también tienen lo suyo en este asunto de lo paranormal. Algunos visitantes dicen haber experimentado sensaciones desconcertantes al sumergirse en esas aguas y hablan de una especie de “neblina” en el lugar que les altera el sentido del tiempo y el espacio; hay personas que dicen haber tenido una sensación de vértigo inexplicable, como si estuvieran entrando en otro mundo.
En Real del Monte hay un fenómeno relacionado con la tecnología y el magnetismo. Hay lugares donde se han reportado fallos inexplicables en dispositivos electrónicos como teléfonos móviles, cámaras o relojes; de hecho hay vecinos de la zona que aseguran que, al caminar por ciertos sectores del cerro, los aparatos dejan de funcionar repentinamente y que incluso las brújulas también han mostrado anomalías, guiando a los viajeros en direcciones equivocadas. ¿Podría deberse a la presencia de minerales en la tierra?
Más allá de estos casos, la región está plagada de pequeños relatos de sucesos extraños que han dejado una huella profunda en quienes los experimentan.
Al cruzar ciertos senderos o caminar por áreas remotas, algunas personas aseguran haber tenido encuentros con figuras fugaces entre la niebla o con seres de apariencia inexplicable. En muchas ocasiones, estos fenómenos ocurren en la madrugada, cuando la quietud de la naturaleza parece ser interrumpida por presencias extrañas y fugaces.
Algunos tratan de buscar explicaciones racionales, como las variaciones magnéticas o la actividad sísmica, otros insisten en que hay algo más en estas tierras que no se puede explicar con los métodos convencionales. ¿Es la región de Hidalgo un lugar marcado por fuerzas invisibles que aún no comprendemos? O ¿hay un fenómeno físico que, por su rareza, se nos escapa de la lógica común?
Cada rincón de Hidalgo parece tener su propio misterio, un enigma que persiste en el tiempo y que desafía a quienes se atreven a desentrañarlo.
Desde los extraños ruidos en la sierra hasta las luces que brillan en la oscuridad, cada uno de estos fenómenos invita a la reflexión sobre lo que sabemos y lo que todavía está por descubrirse. Lo que parece claro es que, en este estado, el misterio forma parte del paisaje tanto como las montañas y los valles.
Al final, las historias de lo inexplicable siguen siendo parte de la identidad estatal.