Hay sombras que caen, algunas son hojas arrancadas por el viento y otras son personas guarecidas de la humedad y el frío...
Cuando la pareja se presentó en las oficinas del comandante no ofrecieron explicaciones, excepto la posibilidad de contar con una imagen del responsable de los recientes homicidios a partir de dos videos que llevaban en una memoria USB.
Mientras preparaban el equipo, comentaron que vivían en el tercer piso del edificio de departamentos frente al parque central, que habían colocado cámaras de vigilancia ocultas para de alguna forma protegerse contra la delincuencia y, en especial, que buscaban evidenciar las actividades de un grupo de adolescentes cuyo mayor placer era llegar por las noches, tomar cerveza y fumar “quién sabe qué cosas” ahí.
Revisaban el contenido de las grabaciones cada 13 días por ser esa la capacidad de memoria de su equipo aunque esta vez, por las cosas que habían venido sucediendo, habían pasado 10 días.
Cuando empezó a correr el primer video en la pantalla empezaron a comentar que se trataba de los jóvenes asesinados primero, que era de noche, que había algo entre los árboles, que no se veía muy bien pero que si le podían ajustar el contraste con el equipo entonces…
El comandante García, desesperado, les exigió callar. Los otros le secundaron y todos clavaron la mirada en la pantalla. El primer video era una grabación de apenas unos cinco minutos.
Fernando pidió regresar el video al momento de la pelea con los otros chavos y dijo que algo ahí no era del todo normal. Su ojo periodístico sí pudo captarlo y entonces preguntó al policía que estaba sentado frente a la computadora si podía hacerlo correr más lento.
Hizo la misma petición una segunda y una tercera vez lo cual disgustó al comandante, quien debió callar su reclamo cuando vio claramente que, por un segundo, el hombre sin rostro de la imagen parecía tener dos brazos más.
Se miraron incrédulos, en silencio. ¿Qué carajos es eso?, preguntó García. Ninguno de los ahí presentes estaba en condiciones de responder.
La pareja dijo que en el otro se podría ver algo más claro, aunque por menos tiempo. Entonces empezó a correr el siguiente video.
Es de noche, se aprecia el inicio de una llovizna y un hombre corriendo en dirección al estacionamiento público al otro lado del parque tratando de cubrirse con su saco o chamarra. Luego una mujer aparece en escena. Su andar es elegante y avanza a paso firme.
El comandante García la identificó de inmediato, se trata de Graciela, la agente inmobiliaria desaparecida. Recientemente sostuvo un encuentro con otros integrantes de esa firma en sus oficinas al norte de la ciudad. De hecho fueron ellos quienes denunciaron la desaparición porque no había acudido a trabajar y no contestaba su teléfono ni los mensajes, lo cual les llamó la atención porque el sábado iba a cerrar el trato por el departamento que ese día mostró ahí, cerca del parque central y, evidentemente, no se presentó a la cita. Cuando el lunes fueron a avisar que no sabían nada de ella, dijeron que habían pasado ya cuatro días y no, no tenían idea de lo que podría haberle sucedido.
La lluvia empieza a arreciar y la mujer parece querer acelerar el paso pero tropieza y empieza a caer. De repente, mientras está tratando de buscar apoyo con los brazos para poder incorporarse, una figura aparece de pronto y se agacha, pareciera querer abrazarla pero en realidad la está cargando, aunque las formas y movimientos son diferentes a los comunes.
Parecía un hombre, un poco alto y corpulento, pero con una agilidad imposible.
Ahora fue el propio investigador quien pidió regresar el video al inicio, al menos en dos ocasiones y, en la tercera ralentizarlo. Graciela cae, alguien se acerca para ayudarle y la carga sin menor esfuerzo para luego desaparecer, eso se veía a velocidad normal, pero lo otro…
Ella busca apoyo, las gotas de lluvia barren el espacio entre ella y el mundo porque ahí hay un proyecto y porque no es necesario esperar ayuda.
Luego hay sombras que caen, algunas son hojas arrancadas por el viento y otras son personas guarecidas de la humedad y el frío, pero esa, la mayor, es la figura de un hombre, sin lugar a dudas, y ha “caído” desde las alturas a un lado de la mujer.
Cuando se está agachando para auxiliarle, como todos piensan que hará, caen en la cuenta de que no se trata de un ser humano porque en lugar de dos son cuatro sus extremidades superiores, porque la sujeta y carga sin mayor dificultad y porque salta nuevamente hacia las alturas de los árboles cuyo testimonio jamás podrán obtener.
Fernando observa en silencio la pantalla y cree reconocer en esa cosa a su ex compañero de trabajo, el camarógrafo que se perdió al día siguiente de la explosión en la fábrica y horas antes del accidente en el parque de las afueras…