La industria de los alimentos en México tendrá que hacer nuevas etiquetas para los productos.
La nueva disposición que se aprobó obligará a que los productos tengan especificado de manera más simple los contenidos de los productos procesados, de manera que sea más fácil saber si se trata de comida chatarra o algo más sano.
El pasado 1 de octubre, la Cámara de Diputados aprobó, en lo general y en lo particular, las reformas y adiciones a la Ley General de Salud para establecer el etiquetado frontal de advertencia en alimentos procesados y bebidas no alcohólicas que excedan los límites máximos de contenido energético, azúcares añadidos, grasas saturadas, sodio y nutrimentos críticos.
Hoy en día los productos cuentan con etiquetas que nos dicen el valor nutrimental y algunas características que contiene, pero en realidad es muy complicado saber si contiene mucha o poca azúcar, sodio o grasas. Tampoco es posible saber si el azúcar es natural, fructuosa o si las grasas son saturadas o trans.
La industria de los alimentos se organizó para evitar darnos información clara sobre lo que comemos. Las papitas en bolsa, los refrescos o jugos, las galletas o pastelitos, nada dicen sobre el contenido real.
Considerando que México ocupa el primer lugar en el mundo en obesidad infantil y el segundo en obesidad en adultos, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef); así como el quinto en cuanto a la prevalencia de diabetes, con cerca de 12 millones de enfermos, según la Federación Internacional de Diabetes.
Sobrepeso y obesidad son dos de los factores de riesgo para desarrollar diabetes, y si bien es cierto que en su aparición intervienen múltiples causas (genéticas, medioambientales y económicas, entre otras), la alimentación desempeña un papel fundamental en ellos.
La idea del nuevo etiquetado es advertir claramente sobre el contenido y, si acaso sobrepasa los límites de azúcar o sodio, deberá tener una advertencia clara.
De alguna forma se trata de combatir la obesidad y la diabetes, así como se atacó el consumo de tabaco, con etiquetas que dicen las consecuencias y advierten sobre los riesgos del consumo.
Se supone que en otros países como Chile, este tipo de etiquetas ayudan a tener consumos más conscientes y eventualmente debe detener el crecimiento de la obesidad.
Como se lo puede imaginar, amigo lector, las industrias se oponen a poner estas etiquetas porque los productos no serán tan “sexis”, por ejemplo habrá cereales que en su caja debe decir que el consumo de un plato de ese producto excede la cantidad de azúcar recomendada en un día o deberá decir que consumir un plato diario podría generar obesidad.
“La industria de alimentos y bebidas se acostumbró a tener la complicidad de las autoridades de Economía, Salud y Cofepris para establecer su propio etiquetado frontal como obligatorio sin grupos de trabajo, para establecer una regulación de la publicidad dirigida a la infancia, que resultó en una simulación, y para que no se implementara una verdadera regulación para alimentos y bebidas en escuelas. La oposición a este nuevo etiquetado era previsible, como lo han hecho en el pasado en otras naciones y en nuestro propio país”, declaró Alejandro Calvillo, director de El Poder del Consumidor, organización integrante de la Alianza por la Salud Alimentaria.
Está claro que las etiquetas no arreglarán el problema de sobrepeso de los mexicanos, pero es un primer paso para hacer conciencia de las cosas que comemos.
También habrá que poner en práctica otras medidas educativas para comer más sano, con porciones más pequeñas y fomentar la actividad física.
Hace un par de años, la industria de la comida chatarra logró detener la disposición de la Secretaría de Educación que prohibía la comida chatarra en las escuelas, consiguieron reducir las porciones con productos minichatarra. Ahora que comienza una nueva etapa contra estos productos, esperemos que las escuelas entren en razón y comiencen a revisar lo que le venden a los niños diariamente… o usted, ¿qué opina?
alejandro.gonzalez@milenio.com