La marcha #NoMeCuidanMeViolan y la violencia de género

  • Columna de Alejandro González
  • Alejandro González

Monterrey /

La protesta que realizaron las mujeres en diferentes ciudades del país no pasó desapercibida. Desafortunadamente la marcha no trascendió por los motivos que la impulsaron, sino por ser “furiosa”, “violenta” y hasta “vandálica”, según los medios nacionales.

Unas cuantas pintas en el Metro y en el Ángel de la Independencia, más un reportero golpeado por un hombre, le dieron “la nota” al evento y los reporteros (y reporteras) dejaron a un lado la sustancia de la marcha, el verdadero motivo que reunió a tantas mujeres en tantas ciudades: el hartazgo por la violencia de género. Sin olvidar que el detonante más reciente es la violencia de los policías hacia las mujeres.

La marcha #NoMeCuidanMeViolan quería gritarle a todos que hay, nada más en 2016, un total de 314 mil 644 mujeres víctimas de violencia sexual en manos de policías y 97 mil 337 víctimas de violencia en manos de militares o marinos, entre las cuales, 73 mil 916 sufrieron de ataques sexuales, según las cifras de la Encuesta Nacional especializada (Endireh).

Por desgracia, amigo lector, las crónicas, videos y notas se centraron en la presunta violencia y vandalismo.

En Monterrey fue en esencia igual que en la Ciudad de México, las mujeres marcharon y fueron gritando sus consignas durante el recorrido. Y de la misma forma que en el resto del país, aventaron y “agredieron” lanzando glitter rosa.

“Alto a la violencia machista”, “disculpe la molestia, pero nos están matando”, “tocan a una, respondemos todas” y “no nos cuidan, nos violan”, eran los gritos por las calles del centro de Monterrey.

Hay que decirlo, igual que en otras ciudades, aquí se le agredió a los policías y a los reporteros. El fotógrafo y el reportero de MILENIO Monterrey recibieron gritos, jalones, empujones, golpes y lluvia de glitter rosa, pero su profesionalismo se impuso y al final del día la nota fue más fiel a las causas de las mujeres y menos a su protagonismo. Bien por ellos.

La violencia de género, estimado lector, es eso: violencia de género. Es importante remarcarlo por dos aspectos.

Primero porque debe desaparecer. Es necesario que a las mujeres se les deje de violentar nada más por el hecho de ser mujeres. Es indispensable que los gobiernos encuentren la estrategia para arreglar el problema en las filas policiacas. Hay que castigar los delitos; sí, claro, pero se deben atacar las causas sociales.

Pero además, como este proceso nos llevará tiempo (se trata de un problema enquistado en el ADN del machismo mexicano), hay que entender que habrá muchas marchas más, muchísimas manifestaciones tendrán que suceder, de manera que es necesario ser sensibles al problema, y por ejemplo, las autoridades podría enviar mujeres a resguardar la marcha, igual que los medios de comunicación podrían enviar reporteras a estos eventos.

Para nadie es una sorpresa que si una marcha se trata del hartazgo contra los policías hombres, un grupo de mujeres empoderadas en una multitud, que han ido repitiendo consignas como mantras, programando y sincronizando sus pensamientos, al momento de ver un policía hombre (el que sea), la turba se puede desahogar con él…

En el 2017, durante una marcha contra los feminicidios, una mujer señaló a un hombre en la calle y dijo que era su violador. Al instante muchas mujeres más los señalaron y comenzaron a perseguirlo. La turba entró a un centro comercial tras el presunto violador. Subieron escaleras y bajaron escaleras. El hombre alcanzó a escapar por el estacionamiento.

¿En verdad una mujer se encontró y reconoció a su violador en la calle durante una marcha? Parece muy poco probable. Pero yo sí creo que la mujer vio a su agresor después de horas de marchar y gritar, claro, encarnado en un pobre mirón.

No es posible que una multitud, en ninguna circunstancia, haga justicia en la calle, en grupo, linchando, ignorando el estado de derecho… bueno, pues eso mismo reclaman las mujeres contra los policías. Y todo eso, sin duda, que lo decida un juez… o usted, ¿qué opina? 

alejandro.gonzalez@milenio.com

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