Los hechos violentos en otros estados son una alarma de la inseguridad que vuelve o que no se ha ido, sea cual sea el motivo, por eso es importante preguntarnos sobre la situación que en realidad vivimos en Nuevo León en cuanto al crimen.
Seguramente se enteró, amigo lector, que el lunes pasado en una acción sorpresiva y hasta temeraria, el crimen organizado en Aguililla, Michoacán, emboscó y asesinó a más de diez policías, aparentemente sin motivo alguno.
Un día después en Iguala, Guerrero, sucedió un raro enfrentamiento entre un grupo de sicarios y el Ejército mexicano, también sin un aparente objetivo, pero muy violento al fin y al cabo.
Y al mismo tiempo sucedió el caso de Nuevo Laredo, Tamaulipas, donde además de varias ejecuciones, hombres armados en tres camionetas abrieron fuego contra elementos de la Policía estatal; la ciudad se atrincheró y quedó en total alerta.
El jueves en Culiacán, Sinaloa, pistoleros del narcotráfico lanzaron una oleada violenta de bloqueos y balaceras por toda la ciudad presuntamente por la captura de uno de los hijos del Chapo Guzmán. Los bloqueos y los tiroteos hicieron que la ciudad se paralizara y suspendiera actividades sociales y económicas.
Hay quienes dicen que esta violencia es concertada para desestabilizar al gobierno de AMLO, probablemente, pero hay quienes por el contrario afirman que es la violencia de antaño que no se ha ido. Para ser realistas, los motivos son lo de menos cuando la vida de los ciudadanos está en peligro.
La violencia en otros estados es, sin duda, una invitación para preguntarnos sobre la seguridad que tenemos en donde vivimos.
¿Usted se siente seguro en Monterrey?
Si usted que me lee es un hombre, seguramente tendrá una opinión sesgada de lo que sucede en el estado, porque de acuerdo con las cifras oficiales de la Fiscalía General de Justicia de Nuevo León, durante el mes de agosto pasado, 14 asesinatos de mujeres se tipificaron como feminicidios, la segunda cantidad más alta en la historia de la entidad.
Pero desde enero y hasta septiembre, en nuestro estado se han sucedido 759 homicidios dolosos, más los que se han acumulado en lo que va de octubre; es una cantidad de muertes que debería dar pena a las autoridades.
La semana pasada se presentaron en la ciudad diversos eventos violentos que tenían mucho tiempo de no suceder: cuerpos calcinados, ejecuciones y menores baleados…
Esta violencia, poco menos escandalosa que la de otras entidades, no deja de ser sospechosa por las fechas en que sucede, pero lo más importante, no deja de ser preocupante para quienes vivimos en Monterrey y la zona metropolitana.
Con estos antecedentes podemos entender que las críticas contra los legisladores que han bloqueado el presupuesto para Fuerza Civil, deben ser condenados y obligados a responder: el senador del Movimiento Ciudadano, Samuel García, y a la legisladora federal Tatiana Clouthier no pusieron empeño en gestionar recursos para reforzar a la Fuerza Civil, dejando a los ciudadanos a su suerte.
La politiquería de estos legisladores contra el gobernador, honestamente nos vale un sorbete, la vida y la seguridad son lo más importante para nosotros: no es posible que por golpear a El Bronco tengamos un problema de seguridad en un momento de crisis nacional.
Más allá de las teorías de conspiración, contra el gobierno federal o estatal, se deben cerrar filas contra el narcotráfico, la delincuencia organizada y la violencia en general… no podemos permitir que los asesinatos se politicen, que los calcinados tengan partido político, que los sicarios impongan su ley o que los senadores y diputados federales tengan simpatías con el crimen organizado, cero tolerancia al crimen organizado. Hoy, si me preguntan, no me siento seguro en Monterrey… o usted, ¿qué opina?
alejandro.gonzalez@milenio.com