Reactivación económica: ¿dónde está ese México solidario?

  • Columna de Alejandro González
  • Alejandro González

Ciudad de México /

Una de las mayores preocupaciones en esta pandemia y en la etapa de reactivación es la económica, y sucede en Monterrey, México y todo el mundo, la preocupación por los ingresos familiares, el flujo de dinero en las calles y los contratos empresariales, es mundial.

Aquí en Monterrey, amigo lector, hemos visto que la gente se manifiesta afuera del Palacio de Cantera para pedir-exigir que se reactive su sector o tipo de negocios. Han salido a las calles representantes de bares y tables, meseros, y recientemente, se manifestó un grupo de ciudadanos que quiere que se abran los gimnasios. A los dueños los podemos entender, pero no es posible que hay quienes piden la apertura de un gimnasio porque ¡su figura está deteriorada!

Quiero apuntar que lamento mucho que el aparato de justicia nunca se consideró esencial en este país y no se mantuvo abierto. Terrible, habla muy mal de nuestros usos y costumbres.

Parece que en todo México hay un ánimo egoísta, de reactivación personal, poner bien la figura y ya… no se ve solidaridad ni el apoyo entre vecinos.

Luego quieren que abran las iglesias de diferentes religiones con urgencia. Pero más que los fieles con la necesidad de sentir al Señor en el templo, parece que son las iglesias las que están a punto de la quiebra sin limosnas ni aportaciones especiales.

Hace una semana, el Centro Católico Multimedial (CCM) dijo en su editorial “Iglesia mexicana y el nuevo comienzo postpandemia”, que la merma de ingresos en los templos de las 18 provincias eclesiásticas es ya grave.

“Algunas comunidades de los grandes núcleos urbanos han resentido de tal forma esta escasez de recursos que los pone en una difícil situación de virtual quiebra de la cual se tardará mucho en salir, aún más cuando el retorno después del confinamiento será de manera escalonada”, escribe el reporte.

El asunto no es menor, el IMSS publicó el viernes pasado que del 31 de marzo a mayo hay un total de 1 millón 97 mil 86 trabajos formales desaparecidos por la pandemia.

El problema de la reactivación es complicado porque podría ocasionar grandes problemas si no se maneja adecuadamente entre todos.

El caso de Panamá, por ejemplo, se aplica muy bien a Monterrey y su zona metropolitana, porque compartimos una cantidad de población similar, alrededor de los 4 millones de habitantes.

En ese país se decretó toque de queda desde marzo y la policía y el Ejército patrullaron para que no se rompiera. Por algún extraño motivo que desconozco separaron por género las salidas: unos días salían los hombres y otros las mujeres. El primero de junio arrancaron una reactivación y 15 días después se dispararon los casos de contagio y muertes: más de 600 casos positivos cada día y entre 8 y 10 muertes.

En Monterrey todavía estamos abajo de 200 contagios diarios y con menos muertes.

Lo importante es que Monterrey no tenga un desborde de contagios y muertes. La reactivación de industrias, negocios y comercios es necesaria, pero si no lo hacemos con las precauciones que ya sabemos de memoria, entonces habremos perdido la oportunidad.

El fin de semana vi cómo en Santa Catarina y en Monterrey, mucha gente andaba en las calles sin cubrebocas y los mercados rodantes se instalaron sin reglas ni distancia. A nadie le importó, menos a unos patrulleros que desayunaban gorditas sin ningún cuidado.

En México tenemos que reactivar toda la economía y reinventar un millón de empleos, pero si la población está contagiada y muriendo no será posible.

Se trata de un problema muy complicado que debemos resolver en sociedad, la comunidad tiene que solidarizarse y responder con responsabilidad: todos comprometidos a mantener las reglas sanitarias.

¿Dónde está ese México solidario que mete el hombro ante la adversidad?

A diferencia de otro tipo de catástrofes, como los huracanes o los temblores, donde la sociedad brilla por su solidaridad y cariño al prójimo, en esta pandemia no hemos visto ese México que tanto presumimos, que tanto nos enorgullece y que hoy… tanto extrañamos… o usted, ¿qué opina? 


alejandro.gonzalez@milenio.com

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