El beso en Lightyear

  • En Corto
  • Alejandro Maldonado

Ciudad de México /

Se esperaba que fuera todo un éxito en taquilla porque llegó a 27 años del estreno de Toy Story. Con un presupuesto de 200 millones de dólares, la cinta de Pixar en torno a un legendario guardia espacial que da origen a un juguete de Buzz Lightyear ha tenido una baja recaudación.

El estreno de Lightyear estuvo rodeado de polémica por un beso lésbico que ha motivado que su exhibición sea prohibida en 14 países. Hasta el pasado fin de semana la cinta había recaudado 51 millones de dólares en Estados Unidos y 34.6 millones en el mercado internacional. Ésta es la recaudación más baja de Pixar para una película desde el estreno de Cars 2.

Aunque Disney ya había anticipado que sus películas “serían más acordes a los tiempos actuales” incluyendo personajes homosexuales, muchos debaten la conveniencia o no de normalizar en una película infantil este tipo de relaciones.

Por experiencia personal sé que no podemos ir en contra de Dios y obtener buenos resultados. El pecado, cualquiera que sea, suele ofrecer un muy atractivo deleite temporal, pero puede dejar consecuencias incluso de toda una vida.

Hace alrededor de 2 mil 800 años, el profeta Isaías advirtió con pesar y dolor entrañable: “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!”, Isaías 5.20.

En aquel entonces no había películas, ni cines, ni internet, ni redes sociales, ni memes, ni YouTube, ni medios de comunicación masiva. Lo que había era seres humanos con un corazón tan inclinado al mal como ahora.

Todos nosotros somos pecadores, como el apóstol Pablo nos recuerda en el libro a los Romanos: “Como está escrito: no hay justo, ni aún uno… por cuanto todos pecaron y estás destituidos de la gloria de Dios”.

Es un error terrible pensar que Dios quiere nuestro mal. Por el contrario; Él nos ama a grado tal que al vernos perdidos envió a Jesucristo a rescatarnos mediante su sacrificio en la cruz. Allí Jesús cargó con nuestro pecado, culpa y vergüenza, a fin de restaurar nuestra relación con Dios.

Dios aborrece el pecado, pero ama al pecador. Podemos venir a Él tal como estamos. Si creemos y se lo pedimos, Jesús puede entrar a nuestro corazón y transformar nuestra vida.

Alejandro Maldonado


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