Fue por ti y por mí

  • En Corto
  • Alejandro Maldonado

Edomex /

Puedes leer el relato en los Evangelios y es impactante: “Y los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza, y diciendo: Tú que derribas el templo, y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz. De esta manera también los principales sacerdotes, escarneciéndole con los escribas y los fariseos y los ancianos, decían: A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar; si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en él. Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere; porque ha dicho: Soy Hijo de Dios. Lo mismo le injuriaban también los ladrones que estaban crucificados con él”. Marcos 27:39-44.

Jesús había sanado leprosos, dado a vista a los ciegos, levantado paralíticos, curado a multitudes afectadas por toda clase de enfermedades. Jesús liberó a poseídos por demonios, caminó sobre las aguas, multiplicó panes y peces, calmó tempestades, perdonó pecados, resucitó muertos. Jesús había demostrado de muchas maneras tener control sobre todo lo creado; visible e invisible. Ciertamente había salvado a otros, y tenía el poder no solo para bajar de la cruz, sino para evitar haber sido crucificado, pero no lo hizo.

Pese al tormento físico, burlas y desprecio, el Hijo de Dios mantuvo su amor hacia la multitud: “Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”, Lucas 23:34. Las tinieblas se hicieron presentes desde el mediodía y hasta las tres de la tarde. El sol se oscureció, el grueso velo del templo se rasgó por la mitad, y la tierra tembló. Jesús dijo “Consumado es, y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu”, Juan 19:30. “Y el centurión que estaba frente a él, viendo que después de clamar había expirado así, dijo: Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios.”, Marcos 15:39.

Tus pecados y los míos fueron echados sobre Jesús. Él sufrió nuestro juicio y recibió el castigo que merecíamos: “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él”, Isaías 53:5

Sin importar tu condición, ven a Jesús. Derrama ante él tu corazón, y pídele que te salve y venga a morar en tu interior. Él sigue haciendo milagros. Jesús no te desechará.

¿Por qué no descendió de la cruz? Escucha su dulce voz diciéndote: “No lo hice, por amor a ti”.


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