Fue el 17 de enero de 1991. Recuerdo cuando CNN realizó una trasmisión satelital televisada “en vivo” del ataque de una coalición de 34 países liderados por Estados Unidos contra Irak, luego de la invasión a Kuwait.
Como comunicador estaba sorprendido de ver en tiempo real lo que estaba ocurriendo al otro lado del mundo.
Y es que, en mis inicios profesionales, en la televisora donde laboraba había una enorme y ruidosa máquina mecánica conocida como “Telefax”, mediante la cual recibíamos en forma impresa, desfasada y sin imágenes, las noticias que enviaban las agencias.
En la actualidad a cualquier hora del día teniendo solo un celular, podemos ver lo que pasa en cualquier parte del mundo casi de manera inmediata. El acceso ilimitado e inmediato a un sinfín de informaciones nos ha beneficiado, pero también nos ha hecho, -entre otras cosas-, más aprehensivos.
Me pregunto cuántas de nuestras abuelas hubieran impedido que sus hijos hubieran sido vacunados contra la poliomielitis, sarampión, tétanos, o viruela, de haber existido el internet y las redes sociales.
No niego que el mundo avanza en su deterioro encabezado por nosotros los humanos, y mucho de lo que ocurre es real y nos genera temor y ansiedad. Por eso es prudente que “nos sintonicemos” con otro tipo de trasmisión “en tiempo real” que nos de otro enfoque, que nos ofrezca consuelo y esperanza.
Sí, hablo de acudir a Dios de manera personal y directa. Siendo Omnisciente nada le toma por sorpresa. Pero recordemos que también es Omnipotente y Omnipresente, así que puede intervenir directamente en nuestras vidas.
No hay angustia que ignore; pecado que él no pueda perdonar, o lugar en que has caído del que no te pueda rescatar. “Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana”, Isaías 1.18.
Dios sabe dónde y cómo estás; él ve nuestro interior, y conoce nuestros fracasos, vergüenzas y temores más profundos. Por eso ha provisto salvación a través de Cristo.
Pídele en este momento que te perdone y te salve; que venga a morar en tu corazón, y él lo hará. Jesús quiere estar contigo de manera inmediata. Te ama y promete no dejarte ni desampararte jamás.
Alejandro Maldonado