Muy probablemente lo has visto y escuchado. Michael Bubblé es el famoso cantante y compositor de origen canadiense, que ha vendido más de 75 millones de discos en el mundo. Su voz y carisma le han llevado a la cima de la fama, pero en el 2016 decidió pausar su productiva carrera para cuidar de su hijo enfermo de cáncer a pesar de las advertencias de sus productores.
En el 2022 retomó su actividad lanzando su undécimo álbum, “Higher”, y recientemente habló en un podcast acerca de la vida en general y lo que realmente importa. Entre otras cosas dijo: “Riqueza no es tener dinero, cosas, Lamborghinis y boletos para ir a ver jugar a Messi. Eso no es riqueza. Riqueza es tener una fe fuerte, es tener una familia maravillosa y amarla. Riqueza es tener buenos amigos. Las personas más ricas que yo conozco, que tienen todo lo que quieren, son también las más miserables. A pesar de tener un montón de cosas, no toma mucho tiempo darte cuenta de que la vida no se trata de eso. Todos vamos a morir, y cuando alguien está en el lecho de muerte no voltea hacia atrás diciendo: Me hubiera gustado tener más cosas”.
En su momento, Salomón, considerado el hombre más rico y sabio de su época, se dedicó a acumular bienes y a satisfacer todos sus placeres. Pero eso no llenó su vacío, ni le trajo permanente alegría. Por eso escribió: “Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo del sol”, Eclesiastés 2:11.
Jesús también habló acerca del riesgo de poner nuestros ojos, empeño y vida en lo terrenal: “Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?”, Marcos 8:36.
El apóstol Pablo nos dice que las verdaderas riquezas están en Cristo, (Efesios 3:8). El vacío que todos tenemos en el interior solo puede ser llenado por Jesucristo; porque en Él y solo en Él hay perdón de pecados, libertad y vida eterna.
La muerte es el paso ineludible hacia una eternidad de gozo o sufrimiento. Jesús ya hizo posible mediante su sacrificio en la cruz el que podamos ir al Cielo. Él llevó sobre sí mismo nuestros pecados e iniquidades, para reconciliarnos con Dios.
Clama a Él. Pídele que te perdone, salve y venga a morar a tu corazón.