Ayer Daniel O´Day tuvo un gran día. “¡Estoy emocionado!” dijo el CEO de Gilead Sciences, laboratorio que descubrió; va a producir, y que venderá el Remdesivir. La elaboración de este nuevo compuesto tardó 10 años, y si bien fue desarrollado para tratar otras enfermedades como el SARS y el Ébola, ha dado buenos resultados para ayudar a los enfermos de Covid19 al disminuir el tiempo de su recuperación. En entrevista, Daniel O´Day no quiso dar a conocer el precio de salida del nuevo fármaco,pero dijo, “nos aseguraremos de que sea asequible para los gobiernos”. Por otro lado, Anthony Fauci, principal especialista en enfermedades infecciosas de Estados Unidos confirmó ayer que trabajan a contrarreloj a fin de tener “cientos de millones” de vacunas contra el Coronavirus para enero del 2021. Tampoco en este caso se tiene idea de cuál será el costo de la vacuna para los ciudadanos. Como sea, ambas noticias significaron un pequeño respiro en medio de la pandemia que recorre el planeta. Probablemente estés atravesando un momento oscuro en tu vida; puede ser coyuntural o no a la pandemia.
Es importante que sepas algo: Hay un virus infinitamente más letal que le Coronavirus. Se llama pecado, y todos estamos “contagiados” por el mismo. “Ciertamente no hay ser humano justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque…Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios…No hay justo, ni aun uno”, asegura la Biblia. Al igual que con el Coronavirus, el pecado entra sigilosamente en nuestras vidas; pero a la vuelta del tiempo destruye al grado tal que “se nos hace difícil hasta respirar”. Por eso Pablo nos advierte, “la paga del pecado es muerte”. Sin embargo, Dios nos ama a tal grado que ha provisto una vacuna única, accesible, universal y gratuita a través de su unigénito Jesucristo. En la cruz, Jesús llevó sobre sí mismo nuestros pecados, para salvarnos de la muerte espiritual y eterna. Dios te creó; te conoce, y te ama. Él no ignora el dolor de tú corazón, y quiere rescatarte y transformarte. No tienes que ir a ningún lugar para obtener su perdón. Ahí donde te encuentras, entrégale tu vida a Cristo. Él vive y está atento a tu clamor. Ven a él tal como estás, y pídele que venga a morar en tu corazón, y que te salve. Él lo hará.