Esa fue la conclusión a la que llegaron los expertos convocados por la NASA en un informe de 33 páginas. Durante un año, el equipo independiente conformado por 16 eruditos estudió a fondo y de manera científica la información relacionada a los Objetos Voladores No Identificados, OVNIS.
Ayer, en una muy esperada conferencia de prensa, el administrador de la NASA, Bill Nelson, fue claro en señalar que en los fenómenos analizados no existen evidencias de vida extraterrestre, y aunque reconoció que hay casos que no tienen explicación, el mismo informe refiere: “En la búsqueda de vida más allá de la Tierra, la vida extraterrestre en sí debe ser la hipótesis de último recurso”.
¿Estamos solos en el universo? Yo creo firmemente que no, y explico el porqué. La Biblia, -identificada popularmente como “La palabra de Dios”-, asegura que hay un Creador de todo lo visible e invisible y quien sostiene el universo entero. El apóstol Pablo nos dice: “Porque las cosas invisibles de Dios, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa”, Romanos 1.20.
¡Está Dios! No cae una hoja de un árbol sin su consentimiento y tiene contados cada uno de nuestros cabellos nos dice la Escritura. Así que no estamos solos. Hay un Dios Omnipotente, Omnipresente y Omnisciente que nos dio la vida y no es indiferente a nuestra condición; por el contrario, muchas veces somos nosotros quienes tratamos de evitarlo y darle la espalda negando su existencia.
Ya desde el Antiguo Testamento, David, aquel pastor que se convertiría en rey de Israel, escribió: “Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos”, Salmos 19.1. Podemos elevar nuestra mirada en busca de su intervención en nuestra vida: “Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra”, Salmos 121.1.
Pero lo más importante es que Dios nos ama a pesar de conocernos a la perfección. Por eso envió a Jesús en nuestro rescate. La deuda impagable de nuestro pecado fue liquidada en la Cruz. Puedes clamar a Jesús; apropiar su perdón, y pedirle que venga a morar a tu corazón y transforme tu vida. Él te ama.