Cáncer de mama, pandemia que crece aunque puede prevenirse

Ciudad de México /

Concluyó octubre, mes denominado de “concientización de cáncer de mama”;  sin embargo, esta enfermedad no tiene día, mes o año, es una pandemia cotidiana.

Recientemente la Agencia Internacional para la Investigación en Cáncer (IARC, por su sigla en inglés) publicó estadísticas sobre la enfermedad a escala mundial. Ahí se señala que en 2016 más de 2 millones de mujeres recibieron el diagnóstico y fallecieron 600 mil pacientes por esta causa. México contribuyó con 27 mil 283 casos nuevos y el número de defunciones se incrementó 6 por ciento anualmente entre 2000 y 2016, pasando de 3 mil 432 a 6 mil 884.

El cáncer de mama son varias enfermedades en una sola entidad y sabemos que en México más de 60 por ciento se diagnostica en etapas avanzadas. De acuerdo con la IARC, esta afección es la más frecuente neoplasia en mujeres y la primera causa de muerte en pacientes que fallecen por cáncer. Lo paradójico es que si se detecta en etapas iniciales, más de 90 por ciento de las afectadas se pueden curar o controlar por muchos años.

Quizá la detección temprana es uno de los esfuerzos de salud pública más estudiados y controvertidos. La mastografía es un estándar de oro para realizar dicha práctica siempre y cuando sea de alta calidad, oportuna y cubra al menos 70 por ciento de la población en riesgo. Ello contribuye a la reducción de la mortalidad en 25 por ciento.

La Norma Oficial Mexicana 041 indica que cada dos años se debe practicar en mujeres de entre 40 a 69 años, lo que implica más de 9 millones de estudios anuales. El total de equipos de mastografía en el país es de mil 476, suficiente para cumplir 140 por ciento de la meta; sin embargo, hay solo 450 radiólogos acreditados para lectura de mastografía, lo que alcanza para la interpretación de solo 35 por ciento —en el mejor de los casos—; en la actualidad no llega a 20 por ciento.

Cabe destacar que la detección de esta enfermedad implica no solo la mastografía sino el estudio de ultrasonido, biopsia de lesiones no palpables, de patología y referencia a un centro oncológico en caso de ser positivo. Esta cadena de eventos es débil en nuestro sistema de salud, lo que explica en gran parte el retraso en el diagnóstico y la alta mortalidad.

Hay países de bajos y altos ingresos donde no existen programas de mastografía, como es el caso de Japón, China e India, entre otros, donde se fortalece la exploración clínica hecha por un médico o por ellas mismas. Es momento de reflexionar sobre la mejor estrategia para el control de esta neoplasia frecuente en el país.

No requerimos más equipos de mastografía, sino más y mejor educación para las mujeres y para el médico familiar, el de primer contacto, así como rápida referencia a un centro oncológico ante la sospecha de una neoplasia mamaria. Compartir los servicios ya existentes dentro de un Programa Nacional de Control de Cáncer.

Los tumores de seno en México puede ser un modelo paradigmático para optimizar la detección temprana de una enfermedad catastrófica. Así mejorar nuestro sistema de referencia del primer al tercer nivel y prevenir la muerte prematura de miles de mujeres ante una enfermedad que llegó para quedarse y que merecen un mejor cuidado para su salud.

  • Alejandro Mohar Betancourt
  • Comisionado de los Institutos Nacionales de Salud y Hospitales de Alta Especialidad.
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