Moldes de galletas

  • Voces que Inciden
  • Ana Karen Villegas Salas

Laguna /

Los roles y estereotipos de género son la raíz o la base de muchas de las discriminaciones que enfrentamos en la actualidad. 

Los más conocidos e impuestos claro son hombres-proveedores y mujeres-cuidadoras, trayendo consigo impactos en el desarrollo y la vida de todas las personas, encasillándonos en tipos de trabajos específicos, nos gusten o no, e incluso en jornadas no remuneradas.

Un ejemplo común es el estereotipo de que “los hombres no lloran”, permeando el desarrollo conductual de muchos varones a los que se les limita el desarrollo y gestión de emociones desde la infancia, enfocándoles solo a expresar enojo.

El caso contrario, a las mujeres se nos acusa de ser seres emocionales y no racionales, y al expresarnos se nos tilda de “muy sentimentales”, “dramáticas” o “histéricas” invalidando o limitando de esta forma nuestros sentires, pensamientos y molestias.

Quién nos los enseñó o de dónde los aprendimos la mayoría de las personas lo desconocemos, pues parece que “siempre estuvieron ahí”, esperando ser recordados y aplicados en la cotidianidad, como si se tratara de un instructivo secreto e implícito de cómo vivir la vida, relacionarnos, comunicarnos o incluso cómo sentir y pensar.

Los roles de género se volvieron moldes rígidos, de los cuales se dificulta salir y si es así, es muy probable que como a las galletas, nos rompan y desechen por no seguir el patrón.

Hablar de roles y estereotipos de género puede resultar un tema largo y un tanto complejo, las opiniones sobre las afectaciones que presentan en la vida de las personas no siempre serán las mismas. 

Pero, es importante reflexionar que esta diversidad de pensamientos aporta en lugar de restar, pues logramos visualizar los impactos desde distintos ángulos y realidades.

El punto es no dejar de cuestionarlos, de esta forma comenzamos a deconstruir los ideales impuestos y actuamos desde la individualidad y el respeto hacia las demás personas y una misma.

Socialmente contamos con una tarea pesada pero necesaria: dejar de prejuzgar y hacer suposiciones ante las personas y sus formas de expresión o de vivir.

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