Las “protestas”

Ciudad de México /

Cuando el Presidente Andrés Manuel López Obrador decidió llevar a cabo su estrategia de “abrazos, no balazos” y atacar las causas que provocan la delincuencia, jamás previó, o no quiso ver, que la urgencia de los ciudadanos pasaba por un combate efectivo a las bandas criminales.

Ya no hablamos de si Felipe Calderón “le dio un palo a lo tonto al avispero”, diría AMLO. O de si Enrique Peña Nieto, como su antecesor, mantuvo a los militares en las calles. Lo que se discute ahora es que el combate a las causas de por qué los jóvenes se hacen delincuentes, no alcanzan a resolver el presente.

Además, la estrategia de ir contra las causas que envían a jóvenes al crimen organizado, la mayoría de las veces como carne de cañón, depende del entorno económico, ya que el país necesita crecimiento que se traducirá en más empleos y mejor pagados.

Económicamente el país ya había iniciado una caída en la administración de AMLO, antes de la irrupción en escena de la pandemia de covid-19. Y por si fuera poco, la invasión de Rusia a Ucrania mete al mundo en una escalada de precios en los combustibles, encarecimiento en granos y fertilizantes, afectando a todo el globo, lo que se traduce en una crisis inflacionaria de la que México no se escapa.

Así está el entorno y pinta muy mal y ahora agréguele la pasividad de las fuerzas armadas, en función de policía, que es ordenada desde el Palacio Nacional, pues el crimen organizado se siente con manga ancha para hacer y deshacer, total, nadie los enfrentará.

Y la grave muestra de esto se vio durante la semana, con una oleada de violencia que comenzó con quema de tiendas y vehículos en los estados de Jalisco y Guanajuato, por un cónclave de criminales que fue descubierto. Si hubo detenidos sigue siendo un misterio, porque la reacción fue similar a la de una gran detención, justo como el “Culiacanazo”.

Y luego vino lo peor, con narcobloqueos y asesinatos en Ciudad Juárez, además de Tijuana y Mexicali. En Guanajuato hubo 11 detenidos, en Jalisco, cuatro, y en Baja California, 17.

Muchos comunicadores han usado la frase: “el país se incendia”, mientras que el inquilino de Palacio Nacional llama a los narcobloqueos “protestas”. Esto es alarmante, y los ciudadanos, una vez más, abandonados a su suerte. Pareciera que los malos van ganando, ante la inmovilidad de quien debe combatirlos.

Pobre México.

Andrés Amieva

andres.amieva@milenio.com

  • Andrés Amieva
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