Atoyac, sueño posible

Puebla /

Como amante de la naturaleza y entusiasta de la fotografía, llevo 20 años documentando la cuenca de un río esencial para los estados de Puebla y Tlaxcala: el Atoyac.

Desde su nacimiento, formado por los deshielos de los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl, pero también de la Malinche, hasta cuando llega a la presa de Valsequillo, he acompañado a este río en su transitar por decenas de municipios.

Encontré afluentes y veneros que pasan de ser paisajes sublimes a desoladores.

Hay momentos en que uno encuentra un río apacible, donde se escucha el trino de gran diversidad de aves; chipes, carpinteros, charas, mirlos primavera, cardenalitos, entre otras tantas especies que apaciguan el alma.

No obstante, el instante de paz se interrumpe por las repentinas oleadas de mal olor que llegan desde el río.

Entonces uno se percata de la descomposición y de lo enfermo que se encuentra nuestro ecosistema.

Andar en las inmediaciones del Atoyac, es verlo teñido de rojo, casi como si corriera sangre en él, por tantos químicos; otras veces de un intenso azul, que recuerda la mezclilla; también es ver que en sus playas brotan burbujas, provocadas por los metales pesados en descomposición que deja la industria metal-mecánica.

El río es contrastante, un momento se puede ver el reflejo del cielo azul pero también como lo hieren cuando un camión de volteo le descarga toneladas de cascajo.

Y así como los trinos de las aves resuenan en el silencio, también lo hacen las voces de activistas, académicos, poetas y artistas que defienden la cuenca hasta el cansancio, y que pese a todo, siguen mirando al río, correr con un cáncer.

El cáncer de la impunidad, de la falta de recursos para tener supervisores de la Conagua bien pagados, el cáncer del textilero que envía a lavanderías domésticas cientos de miles de piezas a enjuagarse. El de los recursos desviados o tal vez usados equivocadamente, que en más de 18 años ya suman más de seis mil millones de pesos administrados por siete gobernadores.

Hoy la gestión de la presidenta Claudia Sheinbaum y el virtual gobernador Alejandro Armenta han expresado que harán del rescate de este río, una política pública y un proyecto prioritario.

Ojalá que pueda ser así, para ver a las garzas pescando en la presa de Valsequillo o a los patos migratorios llegar después de cruzar el continente, para encontrarse con un ecosistema sano.


  • Andrés Lobato
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