Dicen que las estadísticas son frías hasta que les pones nombre y apellido. Hoy, ese hielo se rompe con la historia de Lalo, joven tlaxcalteca, noble y trabajador que llegó a Puebla buscando el horizonte de oportunidades que nuestra ciudad promete.
Lalo, nuestro compañero en MILENIO Puebla, confió en que este era el lugar para crecer y en la seguridad de nuestro entorno.
Dejó su moto estacionada, como lo hace cada día, pensando que estaba a salvo. Sin embargo, la realidad de la inseguridad lo rebasó.
En cuestión de 20 segundos—que bastaron para destrozar su tranquilidad— un sujeto llegó, se montó en su vehículo y, con facilidad pasmosa, la echó a andar. Se la llevó con total impunidad. Sin ruido, sin violencia física, pero con violencia moral.
Lo que le pasó no es un hecho aislado, es el síntoma de una enfermedad que se agrava el el pulso social.
Al revisar las cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, la indignación deja de ser una emoción para convertirse en una alerta.
Si contrastamos el periodo de enero a octubre, la radiografía es alarmante. En 2024, Puebla registró 2 mil 406 robos de motocicletas. De esa cifra, mil 516 fueron sin violencia. Parecía mucho, pero 2025 nos ha golpeado con una realidad más cruda: en el mismo periodo la cifra se disparó a 3 mil 223 casos.
Hablamos de un aumento brutal. Pero el dato que más preocupa y que explica el caso de mi compañero, es el modus operandi. Mientras los robos con violencia se mantuvieron relativamente estables (bajando marginalmente de 890 a 820), los robos sin violencia explotaron, pasando de 1 mil 516 a 2 mil 403 incidentes.
¿Qué nos dice esto? Que el crimen se siente cómodo. Que el delincuente sabe que puede llegar, robar y desaparecer sin que nadie lo note, sin que una patrulla pase, sin que los rondines preventivos funcionen. El 35 por ciento de estos delitos ocurren aquí, en Puebla capital. En la ciudad que debería ser el bastión de seguridad del estado, más de mil motocicletas han desaparecido este año.
¿Dónde están las patrullas y la inteligencia preventiva? Porque este robo no es solo un golpe a su patrimonio es un pulso social.
Hoy fue él. Mañana puede ser cualquiera. No podemos normalizar que, en la Puebla que presumimos, la impunidad se pasee motorizada a plena luz del día.