Puebla, la intransitable

Puebla /

En Puebla capital llegamos al final de un trienio más.

Esta vez, se trató de uno que presentó una coyuntura complicada tanto social, como políticamente.

Y lamentablemente eso significó que quien llegó a la alcaldía con cierto bono de credibilidad, optara por dejar el cargo para lanzarse a una aventura electoral, que no tuvo un final feliz.

Lo anterior significó la llegada de Adán Domínguez, perfil poco conocido por la sociedad, hasta ese momento, y de quién se trató de crear una imagen pública a partir de su asignación como gerente del ayuntamiento desde el inicio de la gestión de Eduardo Rivera.

No obstante, Domínguez nunca pudo permear en el ánimo de la gente, en términos simples y llanos, el pueblo nunca lo pudo ver como parte de ellos, de nosotros.

Los expertos en marketing político, podrían teorizar lo mejor que quien esto escribe, pero coloquialmente hablando, no pudo pegar ni con chicle.

Lo cierto es que poco se podrá hablar de su legado, porque no existe.

En el ánimo de la sociedad, la percepción de inseguridad es alta, aunque se manejen con astucia las cifras oficiales para decir que “vamos bien”.

Otro tema que ha generado descontento es el estado en el que se encuentran calles, bulevares y avenidas, que más allá de la temporada de lluvias, ya venían presentando un tremendo deterioro, mismo que se ha acentuado ante las perinaces precipitaciones.

Basta circular por la 109 poniente en ambos sentidos para padecer los enormes baches, tan grandes que ya deberíamos considerar invitar a la NASA a probar sus vehículos lunares, o a Hollywood, para que los tomen como locación de escenas del suelo marciano.

Si usted, amable lector, se dedica a la venta de llantas, suspensiones y amortiguadores, seguro tendrá una opinión distinta, pues la administración de Adán Domínguez seguro le dejó grandes dividendos.

Y es que ¿quién no ha tenido que desembolsar cientos de pesos para reparar sus vehículos? vaya, hasta los ciclistas.

En fin, la situación es grave y los ciudadanos de a pie nos quedamos con las ganas de más, de ver que de veras estaban chambeando, como rezaban sus pendones.

¿El rumbo? Es el que tenemos que cambiar para ver si nos salvamos de los baches.

  • Andrés Lobato
Más opiniones
MÁS DEL AUTOR

LAS MÁS VISTAS

¿Ya tienes cuenta? Inicia sesión aquí.

Crea tu cuenta ¡GRATIS! para seguir leyendo

No te cuesta nada, únete al periodismo con carácter.

Hola, todavía no has validado tu correo electrónico

Para continuar leyendo da click en continuar.