Existen artistas que son parte del patrimonio cultural de México. Uno de ellos es Chucho Reyes, el jalisciense universal.
El Museo Arocena inauguró una estupenda exposición con obra del anticuario, coleccionista y pintor que hizo de la anilina y el papel de china, herramientas para plasmar calaveras, gallos, angelitos y demonios con una soltura propia de los mejores artistas del siglo XX.
Entre la burla al gran arte, la academia y la crítica sofisticada y el homenaje a la cultura popular, Chucho vivió inmerso en el color y las formas populares que manifiestan vida y movimiento sin par.
Los coleccionistas de Reyes proporcionaron generosamente estas obras que se pueden admirar en la sala de exposiciones temporales del museo de la avenida Juárez.
Primero estuvieron en el museo del Palacio de Bellas Artes, de la CdMx, luego en el Hospicio Cabañas de Guadalajara, Jalisco, donde se vieron hasta el mes pasado, y ahora en Torreón, lo que confirma al Arocena como uno de los grandes museos de México.
Chucho Reyes, color y movimiento, tradición y fantasía, barrio, pueblo y fiesta, aún en el dolor.
Todo alrededor del movimiento y la capacidad de resiliencia de un pueblo que baila en lugar de llorar y canta cuando los ciclos de la vida estrujan la existencia.
La exposición abre sus puertas y extasía al visitante con un fragmento de mural, armado in situ, que contiene la narrativa sustancial del artista, que es a la vez erudito y pueblo, a sus costados un retrato del coleccionista, firmado por Roberto Montenegro y en el otro costado las esferas brujas y un extrañamente realista retrato del maestro.
El resto de la muestra es una fiesta popular que confirma la cosmovisión de un pueblo multiétnico, pluricultural que es capaz de reír llorando ante sus angelitos que van al camposanto en hombros, o las calaveras, que como calacas traviesas regresan puntualmente a la vida, o creen que lo hacen.
El Museo Arocena muestra el universo de un pintor que fue amigo de todos, que abrevó de la cultura popular, que se solidarizó con las causas populares de su tiempo y que, a su manera, fue parte de una transformación ideológica post revolucionaria que en su momento fue ejemplo de rescate, revaloración y lucha por las reivindicaciones del pueblo verdadero.
Chucho Reyes es barrio.