¡Feliz cumpleaños a nuestra amada ciudad!
Vivimos en el semi desierto fascinante, aterrado, a veces sacudido por los temporales, en una ciudad de adobe y ladrillo y enjarres encalados donde el espíritu de los inmigrantes, de los nómadas que llegaron a pie, en tren, perdidos en el desierto, ha construido una especie de oasis.
Este domingo Torreón llegará a los 117 años como ciudad y varios de sus edificios emblemáticos también tienen la misma edad:
la iglesia metodista de San Pablo, en la esquina de la avenida Morelos y la calle Leona Vicario; el edificio donde hasta hace poco estuvo el Instituto Londres en la avenida Juárez, entre las calles Ramón Corona y Leona Vicario; la Casa Mudéjar, en la calle Ildefonso Fuentes, entre las avenidas Allende y Matamoros y el mercado Juárez.
Hoy escribiré sobre el hecho de que esta ciudad la construyeron y la siguen construyendo, nómadas como el ingeniero R.E. Tyler, contratado por la Orden Cristiana Metodista de los Estados Unidos de América, trajo piedra de Durango y la referencia obligada a las iglesias de la campiña inglesa.
El edificio que comprende la nave para el culto, salón de actos y la casa de pastor, costó 30,000 pesos, la fachada está cubierta con sillares almohadillados en su totalidad.
Sobresale una torre en su esquina con puerta de madera y arcos ojivales donde sobresalen la dovela y la piedra clave.
La torre está coronada por almenas escalonadas. La facha sobre la avenida Morelos tiene un cuerpo adosado formado por arcadas y una serie de ventanas en arcos rebajados.
Y quizá lo que más llama la atención es el vitral sobre que representa a la figura del Pastor, insertado en un techo de dos aguas recubierto de lámina.
Al estar dedicado el templo a San Pablo, se asume que la figura del vitral es el Evangelista, pero personas de la congregación señalan que en realidad es la figura del Pastor, de Jesús, según reza el Salmo 121.
Los miembros de la iglesia se reunieron ayer para festejar los 117 años de la iglesia, recordaron anécdotas, seguramente hablaron de fechas, en 1903 comenzó el proyecto, luego llegaron las piedras, muchos vivieron los Campamentos de Verano, se mencionaron al colegio Elliott y al coro de San Pablo, que llegó a ser famoso en la Comarca, alguien tiene aún apuntes de los ciudadanos extranjeros y sus familias que acudían a la iglesia y fueron parte de su comunidad, quizá algunos se inscribieron en el Elliott con la idea de ser parte del coro de los vecinos…
El templo Metodista de San Pablo, como muchas otras construcciones, llenó un solar en la Morelos, pero fue más allá, cumplió con una necesidad de muchos recién llegados, ser un punto de reunión para profesar un culto, para entablar amistades, para crecer con la ciudad y con su comunidad.
Y ahí está, imponente en medio de la urbe, hermoso, con su torre que anuncia La Palabra, los primeros que entraron fueron extraños, recién llegados, ingenieros, comerciantes que, curiosamente, no extrañaron nada de la tierra que habían dejado atrás, porque aquí fueron recibidos con los brazos abiertos.
Torreón cumple 117 años, esta pequeña pampa abierta al sol y al vendaval de mayo (Dr. Carlos Montfort Rubín) es tierra de nómadas que encontraron un lugar para vivir y crecer.