En la democracia hasta por un voto se gana o se pierde, pero al hacer un análisis de los resultados de la elección del domingo, salta a la vista que la que será la nueva gobernadora recibió el voto de sólo una cuarta parte del Padrón Electoral, lo que refleja el éxito de la enorme campaña mediática de Morena para difundir datos falsos de encuestas inverosímiles de las que se ocultó la metodología, que hablaban de ventajas en las preferencias electorales de hasta 30 por ciento o más en favor de Delfina Gómez. El efecto de la publicación de esas cifras fue, sencillamente, que se desalentó sobremanera la participación ciudadana porque una gran cantidad de personas ya daba por un hecho que no tenía caso salir a votar porque la ex presidenta municipal de Texcoco tenía el triunfo asegurado.
La estrategia funcionó, pero también quedó en evidencia la incapacidad de los estrategas de Alejandra del Moral para hacer frente y revertir esa embestida de las falsas encuestas. Se dijo en repetidas ocasiones que la coalición Va por el Estado de México podría hacer frente al gobierno federal y morenistas de diversas partes del país, si por lo menos 60 por ciento del padrón salía a votar, y la diferencia de solo 8 por ciento entre ganadora y vencedora confirma que ese planteamiento era el correcto.
El Padrón Electoral del Estado de México es de 12.7 millones de posibles votantes, y acudió a las urnas menos de 50 por ciento. La vencedora ganó con una cuarta parte de la lista nominal, o sea, de cada veinte mexiquenses sólo cinco votaron por ella. Pero así es la democracia.
Salvo contados incidentes como los de morenistas armados y repartiendo dinero en las filas ante las casillas, para pedir que votaran por Delfina Gómez, opino que el proceso fue tranquilo, aunque con escasa participación…
En otras cosas, si usted se quedó embotellado en la carretera México Toluca, de 9 de la mañana a casi las tres de la tarde el lunes anterior, se debió a que campesinos, ejidatarios y comuneros hicieron un bloqueo para pedir la intervención del gobierno federal para exigir que detenga a los talamontes. Primero bloquearon la autopista y luego la libre, por lo que perjudicaron a decenas de miles de personas que usan esa vía. El motivo fue para protestar por la tala clandestina que explicaron, ya dura cerca de 20 años, y ha arrasado con miles de hectáreas en una amplia zona que incluye los bosques de las inmediaciones de las Lagunas de Zempoala, ubicadas en la zona de Ocuilan, Estado de México, en los límites con el estado de Morelos.
Las autoridades están obligadas a tomar cartas en el asunto, aunque se ve casi imposible, ya que pareciera que hay complacencia y hasta complicidad con los talamontes, como se aprecia en el Estado de México donde, desde que López Obrador llegó al poder hace casi cinco años, se negó a renovar los Convenios de Asunción de Funciones, para que los elementos de protección forestal de la Protectora de Bosques del Estado de México, PROBOSQUE, contaran con las atribuciones legales para combatir, detener y castigar a los taladores, así como auditar las madererías para verificar que la madera que venden sea de procedencia legal.
Desde que inició la actual administración federal ha crecido la devastación de los bosques, que sólo se combate con las medidas del gobierno mexiquense de estimular a los dueños de los predios con riqueza forestal, mediante la entrega de apoyos y maquinaria para cuidar los árboles, y con amplios programas de reforestación.
En pocas palabras, la administración de don López Obrador le amarró las manos a los guardias forestales mexiquenses y los talamontes han podido “trabajar” con tranquilidad en contra del medio ambiente de la entidad.
Si no cuidamos los bosques, y paramos a los taladores, que se han convertido en el segundo grupo criminal más peligroso después de los narcotraficantes, ¿Con qué cara nos quejamos de que las presas no se llenen y no llegue el agua a las zonas urbanas? Hay que contestar esa pregunta…
Nos leemos, y Cuídese.