La Convención Bancaria, reunión anual más importante para el sector económico-financiero en México, en la que se pusieron sobre la mesa los temas y preocupaciones más relevantes para el país, trajo algunas curiosidades del lenguaje. Por fin los banqueros como otros profesionales o empresarios del área hispana se dan cuenta de que no es necesario doblegarse al inglés. Ya es hora de estar orgullosos del castellano, conocido también como español. No se va a hablar aquí de colonización, sino de una realidad actual. El español es nuestra lengua y es necesario obligar a los estadounidenses o ingleses que vengan a México que se acostumbren a hablar en español, un idioma que lo practican 500 millones de personas en el mundo, 130 millones de ellas lo hacen en México y el resto en toda Latinoamérica, excepto en Brasil, los casi 50 millones de españoles de la Península Ibérica, los 100 millones en Estados Unidos y otros muchos repartidos por el mundo, que se afianza cada vez más gracias al Instituto Cervantes, expandido en más de 70 países, incluido en Estados Unidos.
Pero aquí yo quiero hablar del detalle que tuvo el otro día un banquero mexicano, del que no recuerdo el nombre porque lo oí en la radio e iba conduciendo y no pude anotarlo. Fue genial cuando dijo que a partir de ahora hay que llamar a las cosas por su nombre y ya no se debe decir nearshoring, sino relocalización de las cadenas de proveeduría. Y me quedé gratamente asombrado porque ese es el camino para evitar una nueva colonización. Es estupendo que hablemos inglés, es sano, es culturalmente bueno. Pero no nos dejemos colonizar por el idioma cuyos habladores hicieron desaparecer a las tribus de los indios de América del Norte, esos mismos que utilizaron tretas para quitarle a México medio país, por cierto, las tierras más ricas en petróleo. México es México y tiene una idiosincrasia propia y hay que estar orgullosos de ella y de uno de sus idiomas más hablados que está indisolublemente unido a nuestra cultura. Aquí no se quedó el francés a pesar de la Colonización de Maximiliano, como tampoco quedó en España a pesar de que Napoleón asustó a Felipe IV, el Borbón, y nombró rey a su hermano José Bonaparte. No tardaron mucho los españoles en unirse y sacarlos del país a trabucazo limpio.
El otro día temblaron algunos cuando un republicano dijo que era necesario bombardear los cárteres de México, creyéndose que estaba en un país tipo Irán o Afganistán. Locos hay en todas partes, pero que no nos conquisten, pues oigo a los jóvenes decir bye, bye o nos estamos viendo mañana en lugar de nos veremos mañana. Es de locos, pero tenemos que respetarnos a nosotros mismos si queremos que los “bárbaros y amigos del norte” nos respeten. Ellos tienen la fuerza, el poder, la economía, las armas. Nosotros tenemos la cultura, el respeto, la empatía y la asertividad de una civilización dialogante y diferente.