Iturbide y su mirada mágica a la arquitectura

Ciudad de México /

El volumen Una revisión a Guadalajara. Mirada a la historia de la arquitectura, de Xavier Iturbide Godínez, es la realización profunda y repleta de un homenaje de imágenes en blanco y negro a la arquitectura de la ciudad tapatía. El autor cuenta a través de sus palabras y de sus bellas imágenes de edificios –según apunta Óscar Trejo- que aquella arquitectura de la vieja ciudad abrió sus formas al resto del país y del mundo, y dejó influirse por los inmigrantes europeos, como los franceses, que se incorporan al desarrollo de la economía y del conocimiento, convirtiéndola durante un tiempo en una ciudad cosmopolita. Actualmente, Guadalajara, dice el autor, crece hacia la verticalidad de los cielos, una vez ensanchada descomunalmente, y en eso ha colaborado este arquitecto al crear el edificio  Sky La Fayette, en pleno pulmón de la ciudad, junto a la escultura de Niños Héroes y a una cuadra  de Chapultepec.

El trabajo de su libro es impecable, pues recorre cientos de edificios emblemáticos que le dan vida a una ciudad que crece imparable. El autor realiza descripciones impecables de edificios conocidos o de otros un poco olvidados, pero están ahí, sin duda, las grandes obras tapatías. Iturbide no tiene pelos en la lengua cuando señala también los edificios erróneos, esos que afean la ciudad pero que de una u otra manera forman parte de ella. Este joven arquitecto de apenas cuarenta años, un poco arrogante al principio de conocerlo, pero humano en el fondo, tiene un aspecto entre artista y comerciante, que usa un estrafalario carro antiguo, llamado Catalina.

Empieza su recorrido, que él denomina recolección de fichas, pero que se convierte en una historia arquitectónica con un catálogo de primera línea y digno de un material para que lo convierta en tesis doctoral, comienza por Maestranza 239, un edificio del siglo XVII, que se ubica en la esquina de Prisciliano Sánchez, junto a la plaza de San Francisco, edificio construido con piezas de cantera, que debió ser muy importante en época colonial.

Un edificio que llama la atención es Ocampo 421, ubicado en la Guadalajara romántica. Destacan los arcos de sus ventanas moriscas, arabescas que trasladan al visitante a la magia de Córdoba en España. El edificio Contreras Medellín 556 siempre me llamó la atención desde que vivo en esta ciudad. Se llama Casa del Ferrocarril, está en la esquina con Hospital y su construcción es de 1888. Es un edificio de una belleza rara que parece bien conservado. Morelos 161, Madero 302, Ocampo 79 y 81, San Felipe 39 son maravillas que acercan la arquitectura tapatía al resto del mundo.  Este último es una casa ecléctica del siglo XIX, pero lleva el sello andalusí, que recuerda, igualmente el estilo bizantino y gótico veneciano.

 ¿Cómo ha podido Xavier Iturbide Godínez recopilar tantos edificios o todos los edificios significativos de la ciudad? El interior de Madero 607, Casa Robles León, es de una belleza interior inusual: escalinatas, lucernarios, rincones con arcos floridos al fondo, que me recuerdan de nuevo la sobriedad interior de las casas históricas cordobesas.

Luego viaja por las calles acercándose a la modernidad. Se sale de lo que podría parecer que no es historia y llega a Avda. Vallarta 1697, Casa Farah. Arcos de medio punto, paredes  anchas y largas y todo con una simplicidad –como explica el autor del libro- que resalta por las texturas de muros y ventanas, con bellos arcos de medio punto. No se olvida Iturbide de la verticalidad como Edificio del Nilo o los gigantes de Américas. Él no censura nada que contenga un átomo de belleza o de originalidad. No se olvida de Puerta de Hierro, donde la belleza de las alturas en Torre Cabe hace que parezca que se ha salido de Guadalajara y se está en Nueva York. También destaca los edificios altos de Chapultepec o la Torre Icon 23 de una redondez convulsa, que parece una babel del siglo XXI. Pero al final vuelve a la horizontalidad para señalar los edificios de la Guadalajara extraña. El libro de Iturbide Godínez está repleto de sorpresas; es una fuente de riqueza arquitectónica, un nido de los edificios más bellos de México. Lo que hace este artista-arquitecto es un acto de amor a su ciudad, una insólita mirada hecha desde la inteligencia y el talento de un joven sorprendente.

  • Antonio Rodríguez Jiménez
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