Repite muchas veces nuestro presidente del Gobierno, Sr. AMLO, que la Educación no es un privilegio sino una obligación, un derecho. Ese es su deseo, pero su realidad es otra. En un largo estudio comparado que preparo sobre la educación en veinte países del mundo, se llega a la siguiente conclusión: los gobiernos que más recursos y empeño dedicaron a la educación y a la investigación en los últimos años son actualmente los más ricos del mundo, donde hay más nivel de trabajo y donde las industrias están más desarrolladas. Un ejemplo es Corea del Sur, que hace 30 años estaba en el mismo nivel de México y ahora, en un gráfico, ha subido 70 pisos de altura y nuestro país sigue estancado en el mismo lugar. No mencionemos, por obviedad, a Francia, Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Países Bajos, etc. Todos estos países, además de Japón, Noruega, Finlandia, el propio Corea del Sur, Dinamarca y otros apuestan fuertemente por la investigación y la valoran, como lo hacen con su alfabetismo, que ha desterrado el desconocimiento y la ignorancia del pueblo. Ahora ya nadie se preocupa por la alfabetización clásica, sino por la digital.
Aquí vivimos preocupados por unas preferencias gubernamentales que nada tienen que ver con el fomento de la educación y la investigación, sino cómo hacer para conseguir votos. Entre las piezas clave para conseguir un voto populista está el mantenimiento del analfabetismo, como en épocas medievales que interesaba tener al pueblo hambriento de todo, hasta de educación para darle cuatro migajas de ignorancia para conseguir votos de pan (allí todavía ni existía la democracia). En algún país de Europa se hacía en otros tiempos: fletar autocares de jubilados a los mítines y hartarlos de bocadillos y refrescos para que votaran al candidato.
En nuestro país se está dando una circunstancia gravísima: se penaliza a las universidades privadas. No a ellas, sino a sus investigadores, retirándoles el incentivo del SNI. Cuando en otros países del mundo las subvencionan. No sólo a los investigadores sino a las propias universidades. ¿Por qué hay cien universidades privadas en México, porque es un negocio? No, absolutamente no, sino porque no hay públicas suficientes para todos los alumnos del país. Por lo tanto, el Gobierno, en lugar de gastar en pamplinas debería invertir en educación, en cultura y en investigación. Un país tan rico como éste está perdiendo las mejores oportunidades y se sumerge en un tercer mundo africano sin necesidad alguna. Sr. AMLO, apueste de una vez por la investigación, fortalezca su país, imite a Canadá, a Estados Unidos, a Japón, a Suecia y a Alemania. No vaya de pobre y convierta en negocio las remesas que vienen de Estados Unidos de los 14 millones de mexicanos que andan por allá. Haga de México un país fuerte, poderoso. No invierta en sueldecillos miserables para el pobre en edad de trabajar, desarrolle su país para que todos tengan un trabajo digno. Sea valiente y culto, apueste de una vez por la ciencia, por la investigación, ayude a aumentar el nivel científico de las universidades privadas y públicas. No ayude sólo a los funcionarios, todo el pueblo mexicano, lo vote o no, tiene los mismos derechos. Sea consciente por una vez de que la prosperidad de su país está en la potenciación de la educación y de la investigación. De verdad, no se empeñe en hacer políticas de los peores países de América Latina. Mire a Estados Unidos y Canadá si quiere seguir estando con ellos. Ayude a su pueblo con el conocimiento y no con la ignorancia.
Antonio Rodríguez Jiménez