La debacle de la representación de la Unión Europea en la FIL

Ciudad de México /

Desde mi humilde punto de vista esta ha sido la peor edición de la FIL de los últimos 10 años en las que asisto a cada una de ellas. No sé si la desaparición del Lic. Padilla ha empobrecido el festejo de renombre internacional, pero el bajón cultural ha sido notable. El caso es que lo que me ha llamado la atención es el diseño paupérrimo de Europa. Qué pabellón más naco, como decimos en México, qué pobreza de presentación, cuánta miseria visual. Europa no ha estado a la altura de las circunstancias. Se ha debido pensar que la FIL era una feria del libro de pueblo. Como europeo que soy he sentido vergüenza. Aquel hongo venenoso en medio. Estanterías de libros entorpeciendo la entrada, todo nefasto. La dirección de la FIL no debería haber permitido que su invitado de honor tuviera tan mal gusto de decoración e ignorara lo que es un diseño, una puesta en escena.

En fin, pasemos capítulo, que criticando no se gana nada y ya hay que pensar en la del año próximo. Ya es hora, aprovechando las tristes circunstancias, que se cambie el diseño general de la feria. Se ven lugares ahogados donde se presentan libros en las casetas de las propias editoriales y asisten alumnos de colegios porque los obligan y para colmo hay tanto ruido que no se oye absolutamente nada. Es una actividad ficticia. Ya es hora, pues, de utilizar la imaginación, la creatividad y no manejar cada año la misma estructura porque está agotada. La FIL necesita un empuje, un cambio, una manera nueva de diseñarla y mezclar el libro comercial con el de calidad. La gente grita persiguiendo a la mala literatura, a los best sellers, a mis queridos libros de Planeta o de tantas editoriales gigantes que editan excelentes forros vacíos, sin contenido. La literatura es emoción, temblor, arte, excelencia y nos han acostumbrado a la pobreza expresiva, a las historietas medianas, a la penuria falsamente ilustrada.

Y aquí entra la FIL, que debe cambiar desde el diseño reiterativo hasta las presentaciones, los actos literarios repletos de falsos escritores o autores de ocasión, por gente de calidad, que, por cierto, se nos están muriendo y hay que buscar en nuevas promesas sólidas que se midan por la calidad de sus textos y no por las editoriales donde se editan. Hay que finiquitar los monopolios, pues es denigrante que sólo haya un restaurante caro y con mal servicio. Hay mucha gente que no quiere salir de la feria para comer, pues pongan más restaurantes, variados y para todas las clases sociales. No soy quién para dar ideas. Son ustedes los que deben reflexionar y cambiar de golpe la concepción de la FIL. Estoy seguro que con empeño, lo conseguirán.


  • Antonio Rodríguez Jiménez
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