Niñas Diosas e infancias en la pobreza

  • Voces que inciden
  • Ariadne Lamont

Laguna /

A propósito de los días que corren, y las festividades de este mes, analicemos algunos aspectos de la situación de infancias y pobreza.

En ese orden de ideas, recordemos que en Nepal existe una tradición: designar a algunas niñas como diosas llamadas Kumaris. 

Elegidas desde muy pequeñas como divinidades son la síntesis entre el hinduismo y budismo.

Pero a las niñas, incluso en el rol de diosas, no les va bien. Son separadas de su familia, no tienen reconocidos sus derechos y se les prohíbe estudiar. 

De tal manera que, cuando pierden su divinidad al llegar su primera menstruación, son analfabetas. 

Chanira Bajracharya rompió con esa tradición, al lograr estudiar y tener grado de maestría. 

La mayoría no ha tenido esa suerte.

En México el 51% de las niñas, niños y adolescentes viven en situación de pobreza. Para UNICEF se requiere mejorar la calidad de los servicios sociales, que se consideren las particularidades de cada grupo de edad: primera infancia, edad escolar y adolescencia. 

Propone que la atención a la población infantil indígena, con discapacidad, niñas y adolescentes, sea prioritaria.

De acuerdo con el Pacto por la Primera Infancia, con datos del CONEVAL, 1 de cada 2 niñas y niños menores de 6 años en nuestro país, viven en pobreza y 1 de cada 10 está en situación de pobreza extrema.

Según INEGI en 2018, Coahuila tenía un total de 779.1 (miles) de personas en pobreza, de las cuales, 46.7 en pobreza extrema. Para 2020 fueron 812.1 y 81.0 respectivamente.

El hambre y la pobreza pueden ser erradicados. Para lograrlo, de acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (ONUAA) es necesario impulsar economía rural y agricultura.

Terminar con el hambre, no solo debe ser un acto moral y de justicia social, sino una medida conveniente a toda la población, por el bienestar general que conlleva.

Al mejorar la vida en el campo, mejora en la ciudad.

Se requiere también, sensibilidad y voluntad política. 

Además de una ciudadanía vigorosa, comprometida, que tome parte en la exigibilidad de los derechos humanos para todo lo viviente.


@incidefemme

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