La hora de la responsabilidad

México /

Puesto que llegamos al proceso electoral más grande de nuestra historia profundamente divididos y en medio de un clima de violencia pavoroso (que ha cobrado la vida de más de 40 candidatos a diversos cargos y unos 80 militantes o funcionarios), creo que a todos corresponde invocar la responsabilidad política que tendrán, por igual, los ganadores y perdedores del proceso electoral que se celebra mañana.

Comprendo que el furor ideológico, acompañado de mucha intolerancia, ha “terminado” con amistades y hasta con algunos amores, pero es hora de hablar y de exigir(nos) responsabilidad. A los más aguerridos feisbuqueros y tuiteros probablemente les dé mucha güeva, porque el llamado a la responsabilidad es, a fin de cuentas, a atender la realidad más allá de dimes y diretes. Y ella no es otra que la del voto. El de todos. Y merece respeto. Se acabaron las campañas. Mañana se decide.

Eso no quiere decir, por supuesto, que el debate haya concluido; es obvio que todos, precisamente por nuestras legítimas inclinaciones políticas e ideológicas, lo continuaremos en todos los foros donde sea posible. Pero lo que no se vale es que pretendamos desconocer el voto que no nos gusta, es decir, al elector de enfrente que no piensa ni elige como nosotros.

El compromiso que todos los actores deberán asumir es con eso que Max Weber llamaba la ética de la responsabilidad, y que tiene que ver, entre otras cosas, con asumir las consecuencias de sus palabras y actos. Quisiera creer que la ética de la convicción —que Weber, por cierto, no reprobaba, pero sí encuadraba en sus límites a través, precisamente, de la ética de la responsabilidad, que es la que advierte al político de las fronteras que no debería cruzar— es la que, ante todo, han venido desplegando libremente partidos y candidatos en los últimos meses; pero todos sabemos que, dado el pobrísimo ideario manifestado a diestra y siniestra, no podemos menos que pensar que han echado mano de una muy peculiar ética del interés.

Como sea, nos guste o no el resultado del proceso electoral de mañana, es indispensable que todos, candidatos y partidos en primer lugar, pero también los electores, lo aceptemos porque es la representación más puntual de la vida democrática que hemos logrado construir en las últimas décadas con mucho esfuerzo. Tanto, que no creo que ningún candidato u organización tenga derecho a desacreditar el proceso porque los votos no le favorecieron.

Para ser reales, todas las previsiones estadísticas o ideológicas deberán tener mañana como correlato fundamental solo una cosa: el voto ciudadano. No hay más. Y la responsabilidad de todos es respetarlo.

Son muchos cargos los que están en juego y, desde luego, habrá quienes crean que si ganaron en una parte no pueden perder en otra; pero eso forma parte de un tipo de pensamiento irracional que daña terriblemente la convivencia democrática y que viene a corroborar su escaso compromiso con las reglas del juego (que solo les
gustan cuando los resultados los favorecen).

Lo peor que nos puede ocurrir como país es que a la violencia del crimen organizado, que ya ha lastimado el proceso electoral, se sobreponga la violencia política como consecuencia de la imprudencia de candidatos y partidos incapaces de atenerse con responsabilidad a la voluntad de la mayoría.

El “día después”, como le han llamado, no creo que necesitemos reconciliarnos con nadie, sino con la realidad de los votos, nos guste o no lo que determinen.

Y ahí vamos a jugar un papel todos. En primer lugar, insisto, candidatos y partidos, pero también cada ciudadano que ha salido a votar convencido de que vale la pena participar de la vida democrática, alimentarla, dado que es la única opción civilizada para encauzar y procesar nuestra diferencias.

La responsabilidad colectiva no es con un resultado, sino con un proceso democrático que todos hemos construido y avalado, y que debemos seguir cuidando.

Al igual que muchos otros, no sé cómo evolucionarán los programas y políticas que impulsarán los nuevos gobiernos electos, tanto el federal como los estatales. Pero eso pertenece a una escena futura. Lo inmediato es que todos reivindiquemos y exijamos, en este momento electoral, la actuación responsable y madura de todos los actores políticos. Ya nos lo merecemos.

ariel2001@prodigy.net.mx

  • Ariel González Jiménez
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