La Lista Clinton

Estado de México /

En un inesperado desarrollo de los acontecimientos, el pleito entre Estados Unidos y Colombia, o mejor dicho entre el presidente Gustavo Petro y el presidente Donald Trump, tomó una nueva dirección. Esta semana, el gobierno estadounidense decidió incluir al presidente Petro, a su esposa Verónica Alcocer, a su hijo Nicolás Petro y al ministro del Interior, Armando Benedetti, en la llamada “Lista Clinton”.

Creada en 1995 por la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro, la Lista Clinton nació como un instrumento de sanción económica contra individuos y empresas vinculados al narcotráfico internacional. Su objetivo: aislarlos del sistema financiero estadounidense, congelar sus activos y prohibir que cualquier ciudadano o empresa de los Estados Unidos mantenga relaciones comerciales o financieras con ellos. Con el tiempo, su alcance se amplió para incluir a actores acusados de corrupción, lavado de dinero o violaciones a los derechos humanos.

Estar en esa lista es, en términos prácticos, una condena civil perpetua. Las personas señaladas pierden acceso al sistema bancario global, no pueden abrir cuentas, mover dinero, realizar inversiones, ni firmar contratos con entidades internacionales. Las tarjetas de crédito dejan de funcionar, los bienes en el extranjero quedan congelados y sus socios comerciales son advertidos de no acercarse. Incluso dentro de sus propios países, las operaciones se vuelven casi imposibles.

Así las cosas, el presidente Petro se convierte en el primer mandatario en funciones de Colombia que figura en esta lista. El rompimiento con Washington es abierto y tiene claras intenciones políticas. Para Petro, el acorralamiento parece haberlo llevado a optar por una estrategia en la que ya no busca librarse de las sanciones, sino extraer el mayor kilometraje político posible de ellas, especialmente de cara a las elecciones de 2027.

Del lado estadounidense, la decisión también parece ser un movimiento calculado, en la cruzada ideológica de Trump contra los gobiernos de izquierda del continente. Pero también un guiño a la oposición colombiana de centro-derecha y derecha, que busca retomar el poder el próximo año y que históricamente ha sido aliada de Washington.

Es así como las piezas se siguen moviendo en el tablero geopolítico regional. Para América Latina, las repercusiones son profundas. Trump ha dejado claro que no se detendrá ante nada para reafirmar una especie de “nuevo destino manifiesto” estadounidense. Y mientras tanto, todos los países del hemisferio buscan acomodar sus posturas y proteger sus intereses ante un escenario que, hace apenas un año, nadie habría imaginado. Es la reflexión continental de tu Sala de Consejo semanal.


  • Arnulfo Valdivia Machuca
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