Donald Trump es el tercer presidente de la historia de Estados Unidos que enfrenta un juicio político en el Senado, después de Andrew Johnson (1868) y Bill Clinton (1998). En 1974, Richard Nixon dimitió antes de la votación en la Cámara.
A Trump se le acusa de haber cometido "abuso de poder" al pedirle a Volodomír Zelenski, Presidente de Ucrania, que abriera una investigación sobre Biden. Los demócratas lo acusan de socavar "la integridad" de los comicios del próximo año y de "obstaculizar el buen funcionamiento del Congreso" al impedir que los miembros de su administración testificaran durante la investigación.
Las posibilidades de que Trump sea declarado culpable en el juicio político conocido como Impeachment son realmente poco probables. El senado se encuentra integrado en su mayoría por republicanos. Esto es lo que hace poco probable que Trump pueda ser destituido.
Aunque el presidente puede optar por comparecer ante el Senado, es mucho más probable que el abogado de la Casa Blanca, Pat Cipollone, hable en su nombre.
Lo cierto es que Trump tiene a su favor el momento electoral y el dominio total de su partido republicano. Desde el inicio de este intento por destituirlo, él ha manifestado que es víctima de una “cacería de brujas” y que los demócratas no han podido digerir la derrota electoral que sufrieron en las últimas elecciones. Además, argumenta que todo este evento sólo daña a la democracia norteamericana. Los congresistas republicanos apoyan a su líder argumentando que Trump solo usó sus prerrogativas presidenciales para luchar contra la corrupción en Ucrania.
Lo cierto es que los demócratas no tenían otra opción y era necesario iniciar este proceso de remoción, ya que su base electoral les exigía no quedarse callados ante los constantes abusos de autoridad que lleva a cabo el presidente.
La aprobación, aunque siempre ha sido baja para calificar la gestión de Trump, no ha sufrido variación alguna. En cambio la de los demócratas, encabezados por Biden, ha sufrido de enormes variaciones y no se encuentra en su plataforma electoral un candidato que represente a las minorías de ese país. Todos son candidatos blancos y hombres.
El voto que va a decidir el futuro del presidente Trump cuenta con el aval de los republicanos. Esto demuestra una enorme polarización que existe en los Estados Unidos. Por ahora sólo queda esperar el desenlace de este hecho histórico.