Los miserables, la obra cumbre de Victor Hugo, es más que la historia de Jean Valjean Valshan: es un alegato monumental sobre la pobreza estructural, la injusticia social y la resistencia humana frente a sistemas que castigan a los vulnerables. Aunque escrita en el siglo XIX, su eco sigue resonando en la realidad contemporánea de México, donde millones enfrentan desigualdad, violencia, corrupción y falta de oportunidades.
Jean Valjean, marcado de por vida por haber robado un pedazo de pan en medio del hambre, encarna a quienes son criminalizados por su origen social y no por sus actos.
En México, esta figura se reconoce en los jóvenes que crecen entre carencias extremas y entornos sin movilidad social, y que a menudo son empujados a un sistema que los juzga más por su código postal que por su potencial. La historia de Valjean recuerda que la pobreza no es un defecto moral, sino una condición creada por estructuras que niegan educación, empleo y seguridad.
Victor Hugo denuncia la indiferencia de un Estado incapaz de atender las necesidades de los más pobres, así como la brutalidad policial representada por Javert. En México, esta crítica encuentra paralelos evidentes: comunidades abandonadas por gobiernos sucesivos, instituciones que fallan en proteger a quienes más lo necesitan, y episodios de abuso de autoridad que muestran la distancia entre la ley y la justicia. La figura de Javert persiste en un sistema que muchas veces aplica la ley con dureza contra los débiles, pero con indulgencia hacia los poderosos.
Sin embargo, Los miserables es también una obra sobre la esperanza y la transformación. Valjean se redime gracias a la compasión del obispo Myriel, recordándonos que la justicia verdadera nace del reconocimiento de la dignidad humana. En México, esa misma luz se ve en las redes comunitarias, en el trabajo de defensores de derechos humanos, en las madres buscadoras que sostienen la memoria de los desaparecidos, y en la lucha diaria de millones por vivir con dignidad a pesar de la adversidad.
La insurrección de París que la obra retrata simboliza la necesidad de un pueblo de levantarse ante la injusticia. En el México actual, esa resistencia se manifiesta en movimientos sociales, en la exigencia de verdad y justicia, y en el reclamo por un país más seguro y más justo. Los miserables nos recuerda que una sociedad se mide por la forma en que trata a sus más vulnerables. Mirarlo desde México es reconocer que la desigualdad sigue siendo una herida abierta que no ha podido cicatrizar.