Los maestros han ocupado un lugar central en la historia de nuestro país. En los últimos 100 años, pasamos de ser un país predominantemente analfabeta a tener uno de los sistemas educativos más grandes del mundo, en el que cada día más de 30 millones de niños y jóvenes van a más de 260 mil escuelas. En gran medida, esta hazaña se logró gracias a las profesoras y los profesores de México quienes, con enorme vocación, recorrieron nuestra geografía para dar a nuestros niños la oportunidad de tener un mejor futuro.
En este proceso de construcción nacional, las escuelas normales han desempeñado un papel fundamental. Creadas en el México del siglo XIX, éstas surgieron con la idea de formar maestros en todas las regiones del territorio nacional, que conocieran de primera mano la realidad de su entorno y las necesidades de sus alumnos. En la actualidad hay 263 escuelas normales públicas, incluyendo las 16 normales rurales, que atienden a una matrícula total de 80 mil 500 estudiantes.
Si en el siglo XX el gran reto fue crear un sistema de educación nacional que llevara un maestro y una escuela a cada rincón del país, hoy el principal desafío es garantizar que todos los niños, niñas y jóvenes tengan acceso a una educación de calidad que les permita ser felices, convivir en libertad y competir exitosamente en un mundo globalizado.
Por ello, es necesario y urgente fortalecer y transformar las escuelas normales para que sigan siendo el pilar de la formación de los maestros de México y que éstos estén a la altura de los retos del siglo XXI. Bajo la visión del nuevo modelo educativo, el maestro debe ser un profesional de la educación, con la vocación y la capacidad necesarias para orientar e impulsar la formación integral de los estudiantes.
En ese sentido, el día de hoy presentamos la Estrategia de Fortalecimiento y Transformación de las Escuelas Normales, que se construyó de la mano con la comunidad normalista, a través de foros y consultas en todo el país.
En primer lugar, esta estrategia plantea una profunda transformación pedagógica de la educación normal. A diferencia de reformas pasadas, el cambio de fondo que plantea el nuevo currículo de la educación obligatoria estará acompañado de una renovación equivalente en las escuelas normales. Si queremos que los niños aprendan a aprender, los maestros también necesitan desarrollar esa capacidad.
Esto implica desde luego un rediseño curricular en las normales, pero sobre una transformación en la enseñanza y el aprendizaje. Entre otros aspectos, los futuros docentes deberán profundizar su dominio de las disciplinas académicas, al mismo tiempo que desarrollen sus habilidades socioemocionales y la didáctica de las mismas. Además, iniciarán las prácticas frente a grupo desde el primer año de su formación y aprenderán a incorporar las tecnologías de la información y comunicación a la enseñanza.
Por otra parte, todos los profesores se formarán en la interculturalidad para que promuevan en sus alumnos el aprecio por la diversidad de nuestro país. De manera más específica, la estrategia plantea formar a suficientes maestros para garantizar el derecho de los hablantes de lenguas indígenas a una educación bicultural, tanto en escuelas de modalidad indígena como en planteles regulares.
Asimismo, todos los normalistas aprenderán el inglés con al menos seis horas de clases a la semana y la posibilidad de recibir hasta seis horas adicionales de tutoría. Aquellos que estudien la nueva licenciatura en enseñanza del inglés, que será impartida en ese idioma, también desarrollarán las capacidades didácticas necesarias para enseñarlo.
Al mismo tiempo, la estrategia plantea la profesionalización de la planta docente en las escuelas normales. Con el apoyo de una comisión asesora integrada por autoridades, maestros de las normales, especialistas y el sindicato, se revisará el reglamento de ingreso y promoción de los profesores para asegurar que estos procesos estén basados exclusivamente en el mérito. De manera complementaria, se fortalecerá la formación continua y profesionalización de los maestros en funciones, y se apoyará el desarrollo de investigación aplicada y prácticas pedagógicas innovadoras en las normales.
Esto implica generar sinergias con otras instituciones de educación superior y centros de investigación. Las escuelas normales profundizarán sus relaciones con universidades y otras instancias, tanto nacionales como internacionales. De esta manera, podrán construir redes académicas, promover intercambios de estudiantes, docentes y directivos en el país y con instituciones extranjeras, así como desarrollar y compartir recursos digitales.
Por último, la estrategia reconoce la importancia de destinar más apoyos materiales a las normales. Continuaremos mejorando la infraestructura, las bibliotecas y el equipamiento de todas las escuelas normales: tan solo entre 2016 y 2018 se invertirán cerca de 2 mil millones de pesos. Al mismo tiempo, para reconocer el mérito, aquellas normales que adopten mejores prácticas y actividades de excelencia académica recibirán recursos extraordinarios.
De la mano de la comunidad normalista y con el apoyo los especialistas que han acompañado el desarrollo del currículo para la educación obligatoria, rediseñaremos los planes y programas de estudio de la enseñanza normal para que entren en vigor a partir del ciclo 2018-2019.
De igual forma, en este proceso de cambio se han tomado como punto de referencia las directrices que publicó el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, con el fin de mejorar la calidad de las normales.
Las escuelas normales han desempeñado un papel clave en la construcción de nuestro sistema educativo y el desarrollo de México. A lo largo del siglo XX, formaron a maestros que alfabetizaron a los mexicanos y llevaron educación a todos los rincones del país. Hoy, estamos iniciado su transformación para que estén a la altura de los retos del siglo XXI y puedan seguir ocupando ese papel protagónico en la vida nacional.
*Secretario de Educación Pública