Banana Obsession

Jalisco /

La revelación ha llegado, el subconsciente emerge de sus oscuras cámaras y sin pudor exhibe sus inclinaciones: los artistas contemporáneos VIP tienen fijación oral con las bananas o los plátanos o como su mercado les llame. En las fiestas bacanales de las ferias de arte lo han susurrado, desde la portada de Andy Warhol para Velvet Underground, la cascara en el piso de Jeanne Silverthorne, y el camión con una tonelada de bananas de Paulo Nazareth en Art Basel, que narré en mi blog https://www.avelinalesper.com/2011/12/banana-affaire-art-basel-2011-miami.html, ahora se suma a esta lista de patologías la “escultura” de Maurizio Cattelan: una banana pegada con cinta adhesiva a la pared. La obsesión oral responde a la dependencia que tienen estas obras con el texto, están bananas simbolizan la densidad intelectual que los expertos y curadores meten en las bocas, cerebros y cuerpos de los artistas VIP para que puedan justificar sus obras, sintetiza la relación artista-curador-galería. La obra representó un gran esfuerzo para Cattelan, así debe ser, si algo caracteriza a este tipo de obras es que todas están por encima de las posibilidades de los artistas, después de “un año de trabajar en ella”, de escoger entre las docenas que estaban en el mercado, optó por tres piezas que él consideró masterpices y dos más como “pruebas de artista, artist’s proofs”. La sabiduría de los artistas es innegable, el mercado del arte, en sintonía con el mercado de bananas, le dio la razón y tres compradores, entre ellos un museo, la adquirieron por 120 mil dólares. Es una lástima que en la Biblia, Eva se come una manzana porque si se ha comido una banana será la santa patrona del arte VIP. Los teóricos bananeros del paradigma del arte contemporáneo VIP se podrán tragar, ahora sí, todas sus tesis, esta obra confirma los orígenes y los fines de este estilo: el arte VIP es la democracia de los estúpidos, al ser mayoría merecían ser ellos los que dirigieran el destino del arte. El performancero que arribó a la feria y se comió la obra ratifica el análisis, “me comí a la obra y su concepto”, y agregó “no soy un ser humano normal, soy un artista, un performancero, no estoy comiendo una banana, estoy comiendo arte”, este genio merece compartir un día su tumba con Duchamp y que la limpie Marina Abramovic. Es una lástima que el resto de los artistas VIP, que esperan con ansias Art Basel Miami, y piensan sus obras durante un año completo, dudando entre llevar calcetines, platos rotos, vómitos, etcétera, no se les haya ocurrido a todos, como una epifanía colectiva, llevar una banana. Esto pasa por no seguir en consejo de su psiquiatra y sacar en la terapia todas sus fijaciones, se habrían atrevido a “hacer” una obra que de verdad representara su vida, eso es lo que buscamos del arte. 120 mil dólares no son suficientes para que esto se consagre, falta que una universidad abra la cátedra arte bananero, o la ontología de la banana o resistencia social y bananismo, y den doctorados. La dictadura de la estulticia cotiza en bolsa.

  • Avelina Lésper
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