El sombrero y la cabeza

Jalisco /

¿Para qué sirve la cabeza? Además de alojar el cerebro, sostener el rostro ese escudo de carne y personalidad, tiene diversos usos. En Royal Ascot, las carreras de caballos fundadas en 1711por la Reina Ana en Gran Bretaña, el dress code fue impuesto desde el inicio, pero fue hasta en 1825 cuando George IV inauguró con un desfile, entonces el sombrero fue parte del evento. Las cabezas fueron coronadas con la moda, la excentricidad atraía la mirada y la buena suerte.

El siglo XVII fue el reinado de los sombreros, mientras que los Ilustrados usaban la cabeza para pensar, los revolucionarios franceses las llevaban a la guillotina, los fashionistas nobles lucían los sombreros más bellos de la Historia. La divina María Antonieta fue reina de la moda, sustituyó la pesada corona por las plumas y los brocados. La guillotina cercenó la cabeza mejor peinada de la época. Ella supo que el poder exige estilo, eso se perdió con la democracia, que aprecia el mal gusto como una demagógica virtud. El protocolo exigía que únicamente los reyes podían comer con la cabeza tocada por un sombrero, la incomodidad fue un privilegio.

La austeridad del guerrero no existía para Napoleón, desde que comenzó su ascenso político y militar se mando hacer cerca de 120 bicornios, sombrero de dos puntas y en distintos materiales. El más bello no existe, fue un diseño inventado por David para su retrato del emperador cruzando los Alpes. A su exilio se llevó cuatro, y los usaba cuando cenaba a solas las naranjas de su huerto. El sombrero evolucionó y se integró a los ciudadanos, la burguesía tomó un símbolo de identidad, la heráldica de la clase social, las virtudes morales codificaron el estilo, hasta llegar a la boina de los artistas de Mont Mattre o de los obreros que puso de moda Lenin. Magritte pintó un burgués anónimo de bombín y Chaplin inmortalizó al vagabundo que cubre su pobreza. Naranja Mecánica de Kubrick convierte al bombín, símbolo de la mediocridad, en la cara de la violencia, esa mirada con una pestaña contiene la furia de Baco.

El sombrero de copa de Marlene Dietrich en el filme “Ángel Azul” de Sternberg, sensual, la mujer bisexual provoca a un aprendiz de Fausto. En Cabaret el genial Bob Fosse crea una versión del personaje de Dietrich en musical con Liza Minelli, una imitación sin decadencia, el musical diluye la oscuridad de una época perversa y artística. El trágico sombrero rosa de Jackie Kennedy que impecable, continuó inmóvil en su cabeza mientras ella trataba de recoger los pedazos del cerebro de su esposo. En esta actualidad sin peso estético, el sombrero es útil o cursi, accesorio folclórico o refugio que evidencia obsolescencia. Es tranquilizador saber que si la cabeza está vacía, por lo menos puede estar cubierta, y que eso la protege de mostrar la transparencia de la escasez de contenido. Está de moda la estupidez, en las redes, en la política, en las conversaciones cotidianas, las cabezas ya no merecen un sombrero.


  • Avelina Lésper
  • Es crítica de arte. Su canal de YouTube es Avelina Lésper
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