El apetito por los bonos ha aumentado a nivel global, donde los mercados incorporan a sus precios más recortes de tasas de interés por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed), ante datos que muestran menor inflación y un mercado laboral más débil. En el comunicado de su reciente reunión de política monetaria, la Fed abrió la puerta a realizar recortes en septiembre, como esperaba buena parte del mercado. Posteriormente, los datos de empleo avivaron los temores de una recesión y con ello las expectativas de un recorte de 50 puntos básicos el próximo mes.
Esto parece otro cambio de rumbo en la narrativa del mercado con poca evidencia que lo respalde. La reciente caída de tasas debido a expectativas de un mayor recorte por parte de la Fed y de temores de crecimiento parecen exagerados. A diferencia de lo que ocurre en las recesiones, la fuerza laboral en crecimiento está impulsando una tasa de desempleo más alta, y si bien la creación de empleo se desacelera, la tasa de despidos no aumenta. Incluso una inflación estadounidense a corto plazo a la baja, las presiones salariales y una fuerza laboral en contracción en el largo plazo respaldan que la inflación de servicios a largo plazo se mantenga más alta que lo usual.
Será recomendable mantenerse cautelosos con los bonos a largo plazo, especialmente después de la caída de tasas durante el último mes. La renta fija a corto plazo es más atractiva, tanto de gobierno como el crédito corporativo, que puede ofrecer rendimientos similares a los bonos de largo plazo con menos sensibilidad a oscilaciones de las tasas. Esta visión se mantiene, aunque las tasas de corto plazo caigan, porque las de largo plazo subirán.
¿Por qué subirán? Porque los inversionistas exigen cada vez una mayor “prima por plazo”, es decir, más compensación por el riesgo de invertir en bonos de largo plazo. Dicho aumento puede llevar algún tiempo, ya que las tasas oscilan bruscamente ante expectativas cambiantes respecto a las decisiones de la Fed. Esto, más los grandes déficits fiscales estadounidenses en el futuro, podrían mantener la tasa de interés neutral, una que no estimula ni restringe el crecimiento, más alta que antes de la pandemia.
Hay varios catalizadores que influyen en el aumento de la prima por plazo, aunque el momento es incierto. El primero es la elección estadounidense, que probablemente cambie el enfoque hacia las perspectivas fiscales, donde la deuda pública aumentará para hacer frente al mayor gasto, y con ello, los mercados tendrán que absorber esta mayor oferta impulsando las tasas al alza. El cambio de política del banco central de Japón también es un factor relevante. Su decisión de gestionar más activamente los riesgos de inflación incrementará las tasas de los bonos de ese país, llevando a inversionistas locales a favorecerlos frente a emisores extranjeros, especialmente Estados Unidos y la Eurozona, su mayor preferencia durante décadas de bajas tasas niponas.
Sin duda, el inicio de recortes de tasas no significa que este sea un ciclo típico de flexibilización, y los mercados pueden reaccionar exageradamente a datos volátiles dada la menor actividad económica. Por lo tanto, estrategias que tenían resultados favorables en el pasado -como aumentar la exposición de bonos de largo plazo- pueden no serlo en un proceso de ajuste estructural de las tasas de largo plazo.