México y Estados Unidos han estado enfrascados en un debate sobre las drogas, su producción, tráfico y consumo. Los gobiernos se señalan uno a otro y en este estira y afloja otros escenarios que podrían aportar a mitigar el problema están escapando de sus ojos: Canadá. El país norteamericano que forma parte de este dinámico bloque económico ha sido también afectado por el uso de opioides, particularmente por el fentanilo dada su letalidad y asequibilidad.
Las autoridades canadienses de salud, a finales de los años ochenta, empezaron a distribuir jeringas limpias en una campaña de reducción de riesgos enfocada a disminuir el número de muertes por consumo de drogas. De 1998 a 2008 se logró reducir de 400 a 183 el número de muertes a causa del consumo de sustancias, así como el contagio de enfermedades como VIH y Hepatitis C.
Después vino el fentanilo, más agresivo, potente, fácil de hacer y de bajo costo. Ha proliferado tan rápido que en 2012 estaba apenas un 5% relacionado con muertes por sobredosis y para 2023 ya figura en el 85% de estos decesos. En respuesta, las autoridades han tomado decisiones polémicas como la despenalización de la posesión de pequeñas cantidades de drogas sujetas de abuso como metanfetaminas, cocaína, heroína y fentanilo o la prescripción gratis para consumo de opioides que los aleje de las drogas callejeras más peligrosas.
Algunas voces en Canadá señalan al gobierno y sugieren que el enfoque debería estar en esfuerzos que alejen a las personas de las drogas más que en reducir los riesgos de estas, sin embargo, también es una realidad que, como lo han dicho los investigadores en adicciones, el fentanilo y estas nuevas drogas son una nueva completa “enfermedad”, no se trata de un virus que se conocía previamente y que ha mutado, se trata de un nuevo monstruo de mil cabezas y que las medidas de reducción de riesgos ayudan a ganar tiempo y salvar algunas vidas en el entretiempo de su estudio.
No estamos sugiriendo que Canadá o sus medidas de reducción de riesgos sean la panacea frente a este problema regional, estamos diciendo que la presencia del país de la hoja de maple puede ayudar a reducir las tensiones. La inclusión activa de este tercer país norteamericano puede sumar y transformar el ambiente tenso entre México y Estados Unidos, por lo que, la nueva administración tendrá que ser muy inteligente en acercarse con los canadienses y, si bien no inclinar la balanza política, al menos tener un socio neutral que pueda re enfocar a ambos hacia la solución de problemas y no a la búsqueda de culpables, a salvar vidas mientras se encuentra la cura para esta nueva gran enfermedad.