Ganar vs acoso y hostigamiento

  • Una a Una
  • Balbina Treviño

Ciudad de México /

La violencia contra la mujer tiene un espectro muy amplio. Para basarnos en una definición, de acuerdo a la Declaración de las Naciones Unidas sobre la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer es “todo acto de violencia basado en la pertenencia del género femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer”.

Hay dos tipos de violencia contra las mujeres, el hostigamiento y el acoso sexual laboral. La Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia de nuestro país, aclara lo que es cada una. Hostigamiento sexual es el ejercicio del poder, en una relación de subordinación real de la víctima frente al agresor en los ámbitos laboral o escolar. Se expresa en conductas verbales, físicas o ambas, relacionadas con la sexualidad de connotación lasciva.

El acoso sexual es una forma de violencia en la que, si bien no existe la subordinación, hay un ejercicio abusivo de poder que conlleva a un estado de indefensión y de riesgo para la víctima, independientemente de que se realice en uno o varios eventos.

En resumen, entendemos el acoso sexual como el comportamiento o acercamiento sexual no deseado por la persona que lo recibe y que provoca efectos perjudiciales en el ambiente laboral y educativo, que afecta el desempeño, el cumplimiento y el bienestar personal de la persona acosada. La diferencia fundamental entre ambos son las relaciones de poder, en el hostigamiento está presente y en el acoso no se presenta.

En nuestras instituciones y clubes, no solo deberían existir protocolos de atención al acoso y hostigamiento, ya que estos se centran en una visión punitiva, con acciones reactivas, en las cuales se atienden los casos cuando ya no hay mucho que hacer más que una investigación o sanción.

Deberían existir también protocolos o modelos de prevención, para de forma proactiva, responsable y regulada, reducir las posibles actitudes de acoso u hostigamiento. Los costos personales, sociales y del entorno son altos y no solo en el rendimiento en la cancha, sino en su propio desarrollo y en la imagen de la organización.

Tener estos protocolos, publicarlos, enseñarlos al interior y exterior, y complementarlos con capacitación al personal, y educar al respecto a todos los involucrados, sería un ganar-ganar.

Balbina Treviño


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