La caca, ese gran negocio energético

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Una bolsa gigante enterrada en el campo, en la que por un orificio ingresa materia orgánica (desperdicios, incluso humanos), fermenta y genera biogás (metano) que se conecta a estufas, y también produce abono orgánico para la misma granja (biol). A esas bolsas se les conoce como biodigestores y son una versión moderna de un sistema ancestral (los romanos las usaban para calentar sus baños de vapor).

“Los instalamos en granjas para que la gente tenga energía en su casa o le dé usos productivos, además de abono para sus cultivos. Cada sistema dura hasta 35 años”, me explicaba Camilo Pagés, director de operaciones y cofundador de Sistema Biobolsa.

La empresa ha instalado 3 mil biodigestores en México, Centroamérica y África en seis años. Fabrica los “tanques” en Toluca de una geomembrana de polietileno ultrarresistente.

Y así como el sistema de biodigestores es un círculo perfecto, también lo es la empresa: ellos evalúan las granjas, fabrican los biodisgestores, los distribuyen, los instalan, dan capacitación y hasta financiamiento o gestión de fondos.

“Entendimos la necesidad del campo en México y en Latinoamérica y adaptamos para pequeños productores la tecnología que ya usan granjas industriales. Hicimos un plan de negocios de impacto social y ambiental”, agrega Pagés. Desde hace dos años ya tienen 30 empleados en el país y Centroamérica.

Otros beneficios de Biobolsa es que evita la emisión de gases de efecto invernadero: encierra los desperdicios y evita enfermedades que transmiten los insectos, como dengue o zika. Justo por esto, la Fundación Gates los invitó a un proyecto en Perú. Allá los cerdos comen heces humanas y con ellas provocan neurocisticercosis en la población. Los biodigestores ayudarán a evitar ese flagelo lo mismo en Haití, donde tras el terremoto instalaron 100. Y lo mismo están haciendo en África. “Estamos en Kenia, Ghana y Nigeria y estamos en un mes instalando en Madagascar”, agrega el fundador de la empresa.

¿Cuánto cuesta tener un biodigestor? “Una granja de traspatio que tiene de dos a 10 vacas, o 20 cerdos, y que el gas lo utilizan en la cocina y en el baño, cuesta 800 dólares, y se calcula un retorno de inversión de tres a cuatro años”, afirma. Y por el perfil de los clientes, ellos mismos dan los créditos a tasa cero, gracias a fondos de ONG internacionales —como Kiva.

¿Cuánto puede crecer este negocio? “Infinito, si tenemos en cuenta que en el país hay cerca de 5 millones de pequeños productores y nosotros solo llegamos ahora a 3 mil”, agrega Pagés. En su plan de negocio a mediano plazo está la expansión a África, India y sudeste asiático.

barbara.anderson@milenio.com

Twitter: @ba_anderson

  • Bárbara Anderson
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